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COLUMNA

Anticipatorio

Llovía y la lluvia se filtraba por las grietas del techo y calaba a los alumnos del aula prefabricada. Estaban, en silencio, resolviendo una aritmética de botellas de a litro y metros cúbicos, cuando uno de los escolares se abalanzó sobre su compañero y lo inmovilizó, en una acometida impecable. El profesor inquirió qué había sucedido. El mayor de los chicos dijo, sin soltar a su presa, que era magrebí: "Me ha resultado sospechoso que llevara un hoja de afeitar en su plumier, y antes de que pudiera agredirme, le he sacudido un golpe preventivo". Y el profesor que era muy remilgado en cuestiones lingüísticas, se echó las manos a la cabeza y le reprendió: "Preventivo, no, que eso es en inglés; dígalo en español, señor Fluixá, y en español es un golpe anticipatorio, ¿se entera?". Luego, mandó al magrebí que entregara la cuchilla y que abandonara la clase.

Muy cerca de los barracones escolares, el presidente de una comunidad de propietarios celebraba una reunión secreta con el administrador y los vocales de la junta: los indeseables inquilinos sudacas tenían alarmado al vecindario. Fumaban unos canutos apestosos y uno de ellos miraba de reojo las tetas de la joven viuda del tercero. "Actuaremos de madrugada, en un operativo anticipatorio, que les impida reaccionar; luego daremos parte a la policía y al coronel del regimiento. Hay que colaborar con la jerarquía, contra grupos que puedan dotarse de armas de destrucción masiva".

Poco después, por la ciudad corrían octavillas inquietantes: "Desconfía del inmigrante, del diferente, de tu vecino, de tu compañero de oficina, de tu hijo. El virus del terrorismo no perdona jamás". A los pocos meses, nadie se hablaba con nadie, y las calles estaban desiertas y sucias. Los presupuestos militares dejaron a la intemperie al pueblo. Aznar recibió con generosidad la doctrina de Bush, la hizo suya y arrasó escuelas, hospitales y estado de bienestar. Puede que Aznar no sea un estratega, pero sí un poeta trágico: Ay de mí, que el ataque anticipatorio, ya me arrastra a toda hez por el evacuatorio. Cuánto sacrificio.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de octubre de 2003