La torticera actuación de algunos muñidores anónimos del Gobierno de la Comunidad de Madrid durante el kafkiano recuento de votos tanto de estas últimas elecciones como de las celebradas en el pasado mes de mayo, así como la profética y partidista proclamación de los resultados al 94 % del escrutinio por el presidente en funciones de la Comunidad y alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, haciendo clara dejación de su papel institucional, ha sido un esperpento más propio de una película de los hermanos Marx que de una metrópolis y de un país que, en palabras de nuestro presidente del Gobierno, Jose María Aznar, quiere jugar en la primera división mundial.
Parece que Alberto Ruiz-Gallardón comienza a abandonar la falsa máscara progresista con la que hasta ahora se disfrazaba.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 30 de octubre de 2003