Una vez conseguido el objetivo fijado, ya no es necesario continuar con la comedia y, con la pose de héroes incomprendidos, los señores Tamayo y Sáez pueden retirarse a disfrutar del merecido descanso y, probablemente, de la recompensa prometida. ¡Enhorabuena!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 30 de octubre de 2003