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OPINIÓN DEL LECTOR

Carta al nuevo cardenal

Amigo Vallejo: Me lo temía. Aceptó el cardenalato. Y se ubica, orlado por el soñado rojo birrete en el meollo de la conservadora iglesia juanpaulina, que pone una vela a Rousseau y otra a Ratzinger. Acá, la acomodada clerecía y la Sevilla de siempre le aplauden con calor, y le seguirán porque ha conseguido hacerle uno de los suyos. Mas la Sevilla heterodoxa, la de El Vacíe y las Tres Mil, la de Blanco White, etcétera, se verá cada vez más arrinconada; como tiene que ser, para que Lampedusa lleve, una vez más, razón.

Sin que quepa ahora el debate sobre la religiosidad de la población española, separando las cifras reales de practicantes y católicos oficiales (bautizados), sí que cabría preguntarse si la laicidad creciente tiene o no bastante que ver con el hedonismo generalizado y con el mayor nivel cultural de la gente; que no obstan para que se instale una religiosidad tradicional nimbada de paganismo y costumbrismo seculares que suelen confundirse con fidelidad evangélica.

Otra oportunidad perdida, monseñor, para su pregonado "franciscanismo": Para la secularización, necesaria, de tantos mitos marianos y la puesta en razón histórica y social de los rectores/muñidores del "mejor sevillanismo", sufragáneos del BBVA, de la chicotá, de la caridad puntual y del pescaíto frito. Pues, "con su pan se lo coma". Yo seré un poco más escéptico, y a poca gente le importará. Usted, como es habitual, me seguirá ignorando.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de octubre de 2003