Un tanto apresuradamente, se ha hablado (hemos hablado) de la figura de Lolita para definir el conflicto central de esta sorprendente, madura y desasosegante La flaqueza del bolchevique. Una segunda visión de la película demuestra que es un error, incluso un exceso. Porque lo que define aquí el drama íntimo que debe afrontar Pablo (Luis Tosar), el desencantado, cínico protagonista de la película no es, como en el caso del Humbert Humbert de la Lolita de Nabokov, el fluir de su deseo y su consecución a cualquier precio, sino cómo asumir el choque que le representa el conocer, por casualidad, a la adolescente María (Valverde); de qué manera la acerada inteligencia de la chica, pero también su desarmante honestidad, le dan un vuelco a la vida, le colocan frente a lo que tal vez siempre ha esperado secretamente.
LA FLAQUEZA DEL BOLCHEVIQUE
Dirección: Manuel Martín Cuenca. Intérpretes: Luis Tosar, María Valverde, Mar Regueras, Natalie Poza, Jordi Dauder, Rubén Ochandiano. Género: drama criminal, España, 2003. Duración: 95 minutos.
Con una espléndida contención, seguridad en su escritura (obra del propio director, Manuel Martín Cuenca, documentalista de quien conocíamos su notable El juego de Cuba) y una terrible lección moral, La flaqueza del bolchevique es algo más que una revisitación del deseo masculino por la inocencia perversa. Es una reflexión sobre la pérdida; y hasta sobre la corrupción de la inocencia por la mentira. Aunque, como a Humbert, también al personaje de Pablo las consecuencias de su corrupción le cuesten literalmente la tranquilidad.
Es La flaqueza del bolchevique una película casi redonda, un ejemplo brillante de transcripción de una novela a la pantalla, la de Lorenzo Silva. Es también una confirmación y una sorpresa: la confirmación del talento de Luis Tosar para afrontar todo tipo de personajes, y la sorpresa: el gozoso descubrimiento de María Valverde, un rostro magnético, una impresionante intuición para estar delante de la cámara: ojalá que podamos verla muchos años.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de octubre de 2003