Sale a cuerpo desnudo y certifica en cuestión de minutos que es uno de esos cantautores que dignifican el oficio. Además, lo demuestra en la distancia corta y a base de desplegar su muestrario de maravillas.
En su último disco, Respeitem meus cabelos brancos, intervienen muchos instrumentos. Lo que hizo Chico César en este concierto tuvo más bien que ver con aquel primer acústico grabado en directo. De hecho, empezó igual: con Béradêro, a capella, y luego Mama África, ya pacíficamente armado con una guitarra. Subieron al escenario sus amigos Luis Pastor -para compartir Nas fronteiras do mundo, escrita a medias y que habla de esos sin papeles que llegan desperdigados por el hambre- y Pedro Guerra, que le acompañó en À primeira vista, para la que Chico creó el término amarazaia, que merecería estar en el diccionario de la lengua portuguesa. Es un gran letrista, y su música, una fusión natural de canción, reggae, carimbó... Sus primeras composiciones despertaron en seguida el interés de cantantes como María Bethânia o Daniela Mercury. En aquellos inicios sus seguidoras de sexo femenino superaban en mucho a los admiradores masculinos. Se sospecha que fueron canciones como Mulher eu se -"ya fui mujer, lo sé"- las que obraron el prodigio para Francisco César, natural de Catolé do Rocha.
Chico César
Sala Caracol. Madrid, 29 de octubre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de octubre de 2003