Siempre leo con interés los artículos y las cartas al director que publican sobre el tema de la nacionalidad española. Eso me anima a escribir esta carta.
Mi problema es que, aunque soy española de origen, la ley me discrimina al no poder transmitir mi nacionalidad española a mis hijos por el hecho de haber nacido fuera de España.
Nací en Lisboa porque mi padre fue designado a la Agregaduría Militar en la Embajada Española en esa ciudad. Fui registrada como española en el Consulado español desde el momento en que nací y nunca he tenido, ni siquiera he solicitado, otra nacionalidad distinta a la española, a pesar de que desde que me casé vivo en México.
Mis hijos nacidos en México han solicitado la nacionalidad española, que les ha sido denegada por el consulado por haber nacido yo fuera de España. Han recurrido al Ministerio de Justicia y la respuesta es la misma: se les niega por el mismo motivo, aunque reconocen que soy española de origen.
Mi indignación es grande, pues soy tan española como los nacidos en España. Mis hermanos que nacieron en España sí la pueden transmitir y yo no. Resulta que para las leyes españolas mi lugar de nacimiento rompe el vínculo sanguíneo con mis hijos.
Me confunde más aún ver que le dan la nacionalidad a personas que no tienen vínculos con España tan fuertes como los de mis hijos, que van todos los veranos, que están rodeados de tíos y primos españoles y que aman entrañablemente a mi patria.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 31 de octubre de 2003