Dice que de India sólo ha heredado la sonrisa y el amor por la familia. Y el resto, de Cataluña. Hija de un profesor de Mumbai (India) que se afincó en Barcelona y de madre catalana, Susi Sequeira (Barcelona, 1981) se siente orgullosa de ser la mezcla de dos culturas. "Te abre los ojos y te hace más sensible a según qué temas. Mi padre también era inmigrante", dice esta joven recién licenciada en Psicología, que admite haberse topado con problemas de racismo. "A mí me han dejado de hablar catalán y se han pasado al castellano. Y un color de piel no significa no ser catalana. Da rabia al principio, pero luego lo achacas a la ignorancia. Los inmigrantes no tienen el respeto de los barceloneses ni despiertan su sensibilidad. Y dejaron su casa por algo".
Involucrada desde muy joven en el voluntariado, como monitora de colonias en su colegio de Jesús y Maria, en Sant Gervasi, y en el Centre d'Infants i Joves d'Acció Católica (Cijac), Susi muestra un profundo recelo hacia los políticos. Quizá porque no han resuelto los problemas que siente más suyos: el de la inmigración y los que apabullan a su generación. "Una licenciatura no te saca del paro y parece que si no tienes un master no eres nadie. Los pisos están por las nubes. Y tienes que invertir mucho dinero si quieres cultura", lamenta esta joven a la que apasionan el teatro, los libros y la montaña. No perderá el tiempo leyendo los programas electorales porque asegura que los políticos dicen una cosa y hacen otra. Ni siquiera se define entre derecha e izquierda: sólo apunta que Jordi Pujol tendrá un lugar destacado en los libros de historia, y su sustituto, un listón muy alto.
Dice que ha tenido suerte: acaba de encontrar trabajo en la Fundación Alcohol y Sociedad para dar charlas preventivas a alumnos de ESO y bachillerato. "Es un problema muy grave que empieza en la adolescencia. Lo he visto", cuenta. Hermana menor de una médica que coordina el área de sanidad de la ONG Vicens Ferrer, Susi pasó medio verano en India colaborando en un programa para enfermos de sida: "He aprendido mucho. Una cosa es hablar desde aquí y otra es ver el trabajo que hacen y la seriedad con que funcionan. Lo que más me impresionó fue conocer a Vicens Ferrer en persona". Tiene un billete fijo para regresar por tercera vez a India: su hermana se casa allí. Pero ella tiene en la cabeza Barcelona: "No hay que descuidarla. El cuarto mundo está aquí. Hay niños de Sant Gervasi con todo lo material que dicen que, aunque disfruten en el esplai, preferirían pasar más tiempo con sus padres".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de noviembre de 2003