Leo con estupor cómo el señor Montoro, a la sazón ministro de Hacienda del Reino de España, se felicita del "déficit cero" y del superávit de los últimos Presupuestos Generales del Estado, así como de la previsión para los siguientes. Objetivo conseguido que para el Gobierno del Partido Popular parece que es sinónimo de progreso y bienestar. Y no discuto que estos términos hayan conjugado entre algunas capas pudientes de la población, pero no entre la inmensa mayoría de los que vivimos ahogados con un préstamo hipotecario y la inseguridad de un contrato precario.
El que suscribe esta carta, joven de 28 años de edad, vive la aventura personal de tener que pagar un préstamo hipotecario a 30 años -con un contrato precario- el cuál consume el 80% de mi salario. Y como yo, amistades y compañeros de trabajo de mi entorno generacional que sonríen por no llorar cuando los grandes prohombres de la economía de este país son capaces de sostener un sistema de crecimiento económico que descansa sobre el esfuerzo titánico, sacrificado y vital que nos obligan a hacer a las capas más jóvenes de la sociedad. Algunos hemos hecho largas colas para acceder a una vivienda de protección oficial, pero, ante el lamentable espectáculo que supone todo ello, nos vamos a casa con las manos vacías y la sensación de haber perdido el tiempo. Y que, antes de que se cumpla el plazo máximo legal de la Cuenta Vivienda respectiva, nos vemos obligados a hipotecarnos en la compra de una vivienda libre, con lo que ello supone por los precios que sus políticas han provocado.Y no digo que no estemos dispuestos los jóvenes españoles a trabajar, esforzarnos y hacer sacrificios por nuestra emancipación. No se equivoquen, señores del PP, porque estamos mentalizados para lograr nuestra emancipación, pero no a costa de sacrificar prácticamente lo mínimo vital. Bájense de las nubes neoliberales, de las estadísticas y de la burbuja, y desciendan a la realidad de la inmensa mayoría de la juventud española.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de noviembre de 2003