Quesos blancos, cremosos y un poco neutros, son quizá compañeros para los vinos jóvenes y frescos en las distintas versiones de blancos, rosados o tintos. Podemos decantarnos por un blanco joven gallego y, en especial, por la Denominación de Origen Ribeiro que, aun siendo la más extensa de las gallegas en hectáreas de viñas plantadas, es de las ultimas en subir al carro de los vinos de calidad. Pero como en todos los lugares existe la vanguardia, en Ribeiro trabajan bodegas como Emilio Rojo y Viña Mein que están demostrando que se puede hacer un vino blanco serio y de calidad.
En Viña Mein se preocupan por que no desaparezcan sus variedades autóctonas como la treixadura, lado, torrontes y loureira. A partir de este coupage de cepas realizan su blanco joven, de intensos aromas florales y frutales, muy sabroso y glicérico en boca, donde la fruta madura será buena compañía para la mozarella sin una imposición de paladares.
Si pocas veces recomendamos vinos rosados, es tiempo de quitarse complejos y atreverse con un rosado de Navarra. La garnacha, tan fresca y mediterránea, una vez sangrado el depósito, fermentará para regalarnos ese mosto tan perfumado y fresco. Bodegas Marco Real, de Olite, elabora un rosado de nombre Homenaje que acaba de recibir la medalla de oro en el Challenge International du Vin celebrado en Francia. Es un rosado de color rojo fresa, aromas florales y macedonia de frutas. En boca es amplio y fresco, con el recuerdo de toda la fruta que lo convierten en ideal para acompañar a la mozarella, bien solo o acompañado en ensalada.
Para quienes piensan que todos los quesos deben ser acompañados por vinos tintos, se pueden decantar por algún joven de maceración carbónica de la Rioja Alavesa. Bodegas como Luberri, Remírez de Ganuza o Luis Cañas elaboran estos caldos año tras año para el publico que gusta de beber el mosto joven y recio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de noviembre de 2003