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CARTAS AL DIRECTOR

El traje del emperador

Cuando era adolescente, Espinete viajaba en una cometa blanca soñando a ser un gran campeón mientras que Chema amasaba el pan de cada día. La bruja Avería era la única que no reía al encontrarse una bola de cristal en un planeta imaginario. Gente joven creaba un club de poetas muertos y las supersticiones nunca caían en martes y trece porque aquellos maravillosos años no lo permitían.

Ahora que soy condescendiente, todos somos grandes hermanos en una isla de desconocidos, el triunfo de las operaciones se consigue en unas pocas audiencias, y el club de los poetas muertos se ha declarado en suspensión de pagos por falta de librepensadores.

Entre lo uno y lo otro no han pasado menos años que vendas tenemos en los ojos. ¿Quién volverá a ver a un emperador sin traje? Y en tal caso, ¿quién es capaz de gritar que va desnudo?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de noviembre de 2003