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Crítica:HUMOR | Les Luthiers

Divertidas 'por que rías'

Fiel a su estilo, el quinteto porteño volvió a agotar localidades ante un público, el madrileño, que les sigue desde que Les Luthiers comenzara a casar música con humor inteligente, allá por los albores de los años setenta. Más de tres décadas han pasado y el grupo continúa en la línea de reírse de todo, si bien el sarcasmo de piezas de sus inicios, como Ya el sol se asomaba en el poniente, ha ido dando paso a una ironía más amable y conformista, más del agrado del gran público. El espectáculo Todo por que rías se ciñe al mismo formato de siempre: un espacio teatral en negro en el que reinan los instrumentos y la vis cómica de los músicos. Como siempre, con el locuaz Marcos Mundstock ejerciendo de speaker con retranca, Daniel Rabinovich en clave de clown sin máscara y el trío restante aplicándose a unos instrumentos musicales a veces casi inverosímiles, como es el caso de la exhibición realizada en la pieza Loas al cuarto de baño, en la que empuñaron un cuarteto de instrumentos hechos a partir de piezas del cuarto de baño.

Les Luthiers

Marcos Mundstock, Carlos López Puccio, Carlos Núñez Cortés, Jorge Maronna y Daniel Rabinovich (voces e instrumentos). Palacio de Congresos. Madrid, 4 de noviembre.

Con el leit-motiv de una tertulia radiofónica tremendamente porteña, en la que una típica telenovela latina, un caso de corrupción, un partido de fútbol y un más que improbable trío musical británico, van soltando píldoras de humor a lo largo de todo el concierto, Les Luthiers apelaron en su nuevo montaje a viejos temas que están presentes en toda su discografía, como son el amor más o menos carnal, la ópera de carácter religioso, la iconografía del western e incluso las modas juveniles; y lo hicieron sacando punta al surrealismo que dimana de la vida normal al extrapolarla de su contexto. En Lo que el sheriff se contó, se propicia un duelo entre un sheriff justiciero y el bandido al que encerró, dando como lugar que ambos son cómplices en un negocio bastante lucrativo. La citada Loas al cuarto de baño y el tangum Gloria de Mastropiero -en la que se hibrida de modo descacharrante el tango y la música sacra-, remiten al perfecto dominio que los intérpretes tienen de la música culta. Y qué decir del fragmento de la ópera Daniel y el Señor, en la que el Supremo Hacedor desciende de las alturas para aplicar su peculiar sentido de la justicia sobre un noble con el castillo asediado.

Para desengrasar, el grupo ofreció también y por trozos una serenata a una mujer que escucha -¿que escucha?- y que, como en todas las historias de Les Luthiers, aporta un romanticismo con taras que hacen imposible la comunicación y desesperan, en este caso, a un Carlos Núñez Cortés en el papel de tímido enamorado.

Al ser la primera noche de su tanda de conciertos en Madrid -volverán en enero-, el grupo ofreció también una vieja pieza de su repertorio: el bolero Perdónala. Con él tal vez quisieran paliar cierta racanería al ofrecer sólo 11 números o sketches, cuando el público podía haberse pasado tranquilamente varias horas disfrutando de las por que rías del quinteto humorístico-musical más divertido y consagrado de los últimos seis lustros.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de noviembre de 2003