A un año de las elecciones generales, los republicanos consiguieron en los comicios parciales del pasado martes dos importantes victorias que confirman que el sur de EE UU es un territorio muy cuesta arriba para los demócratas. En Kentucky -que tenía gobernador demócrata desde hace más de treinta años, aunque ya Al Gore perdió el Estado ante George W. Bush en el año 2000- ganó el veterano congresista Ernie Fletcher. En Misisipí, el arrollador Haley Harbour, ex presidente del partido y paradigma del lobbista washingtoniano, desplazó al gobernador demócrata, Ronnie Musgrove.
Bush, que hizo campaña en los dos Estados, felicitó a los ganadores pensando más en sí mismo que en ellos: con estos resultados, más la victoria de Arnold Schwarzenegger en California hace un mes, hay ya 29 gobernadores republicanos en EE UU, de los 50 posibles. Los vencedores se apresuraron a extrapolar y capitalizar los resultados: "La estrategia demócrata se basó en ataques negativos. Plantearon su referéndum y ya tienen la respuesta", dijo, jubiloso, Ed Gillespie, presidente del Comité Nacional Republicano. Aunque los demócratas tuvieron algún consuelo en las alcaldías de ciudades importantes, como Filadelfia, o en cámaras de representantes como la de Nueva Jersey, su situación no es nada halagüeña.
Tanto en Misisipí como en Kentucky hubo ásperos debates sobre problemas raciales y sobre símbolos. Curiosamente, los candidatos demócratas a las presidenciales se enzarzaron el martes en una pelea similar. El hasta ahora favorito en los sondeos, Howard Dean, recibió fuertes críticas de sus compañeros por haber dicho que quería ganarse el voto de "los tipos que llevan banderas confederadas en sus camionetas". "No creo que seas racista, pero deberías disculparte por ese comentario", le dijo el negro Al Sharpton. "Lo último que necesitamos en el sur es alguien que venga a decirnos lo que tenemos que hacer", le espetó John Edwards. Dean se defendió y dijo que los demócratas deben recuperar a las clases bajas blancas del sur que votan republicano si quieren ganar a Bush en el 2004, y que no pensaba disculparse.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de noviembre de 2003