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COLUMNA

Camps/Zaplana

J. A. Blay decía recientemente que el presidente de la Generalitat valenciana, señor Camps, no tiene quien le escriba en Madrid. El tiempo en que ocupó cargos de relevancia en la Corte -secretario de Estado o vicepresidente primero del Congreso- pasó sin pena ni gloria mediáticamente hablando. Lo contrario de Zaplana. Éste, antes de llegar a ser alguien en Madrid -ministro de Trabajo y portavoz- y desde la presidencia de la Generalitat, se cuidó muy mucho de buscar quienes "le escribiesen" entre la clase periodística madrileña. Zaplana tenía decidido, desde que ocupó la presidencia del País Valenciano, dar el salto a Madrid. Y se dedicó a montarse una "Brunete mediática" con periodistas adictos. Para lo cual echó mano de lo que antaño se llamaba el "fondo de reptiles": era la caja pública de dónde el político sacaba el dinero con el que se aseguraba los elogios y lisonjas de algunos periodistas que se prestaban al soborno. Zaplana, desde la presidencia de la Generalitat, tenía a su disposición un moderno "fondo de reptiles" que venía a sustituir, con creces, al famoso y modesto "sobre azul" en el que, el político de antaño, introducía unos billetes para agradecer al periodista sus servicios. Zaplana contaba, de una parte, con la posibilidad de conceder emisoras de FM, que repartía entre algunos medios madrileños; de otra, tenía la Televisión Valenciana, que le ha permitido ofrecer contratos sustanciosos a determinados periodistas madrileños, con grosero menosprecio de los valencianos, que son los que le prepararon el aterrizaje en Madrid, elogiando sus dotes de político a tener en cuenta. Claro que esto no se consigue si no tiene cualidades. Y Zaplana las tiene. Entre ellas, el don de la palabra. Es capaz de salir airoso de cualquier dificultad que se le presente con su apabullante verborrea. No hay periodista o interlocutor que se le resista. Con su palique, es capaz de venderle la Cibeles al arquitecto municipal del Ayuntamiento de Madrid. Aunque tengo para mí que aquí, en la Corte, hay quienes ya han comenzado a darse cuenta de las habilidades del personaje. Desde luego, Zaplana no es Camps. Quiero pensar que afortunadamente para los valencianos. Vamos a ver. Camps no ha hecho más que empezar. Esperemos.

fburguera@inves.es

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de noviembre de 2003