Si llegaran, depositados por la marea, se fundieran con nuestra arena, convirtiéndose en grumos, moco negro, viscoso, chapapote...
Abrirían informativos, titularían periódicos, utilizarían gobernantes, respondería oposición, sentarían cátedra tertulianos, removerían conciencias.
Pero no vende, no renta, no prestigia.
Ni desastre, ni catástrofe, sólo manchas en el balance de la "política de flujos migratorios" de la España que va bien. No son chapapote.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de noviembre de 2003