Aún resuena el eco de los cascotes caídos en el interior de una casa de Castellbisbal cuando, a una decena de kilómetros, los vecinos y el Ayuntamiento de Martorell denuncian grietas en las casas lindantes con las obras de la línea de alta velocidad. En la comarca del Baix Llobregat, el Ministerio de Fomento sólo encuentra problemas. Además de en Martorell, los ha tenido, y graves, con el paso por el resto del territorio, sobre todo en El Prat del Llobregat, donde el proyecto sacado a información pública ha sido recurrido por todos. En Barcelona, los problemas no son menores: insatisfacción en la solución dada a Sants y retraso en la Sagrera y en la llegada del tren a la ciudad. Al norte, las cosas no van mejor. El Vallès Oriental se puso ayer en pie de guerra. Incluso Girona, donde las promesas eran totales (soterramiento de la vía), sigue en punto muerto. ¿Y el túnel del Pirineo? Bien, gracias. Ni siquiera ha sido tratado en la cumbre de anteayer en Carcasona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de noviembre de 2003