Acusaciones de fraude contra el presidente mauritano, Maauiya Uld Taya, detención del principal candidato de la oposición, Mohamed Juna Uld Haidallah, etcétera. La primera vuelta de las elecciones presidenciales se desarrolló ayer en un clima enrarecido en Mauritania, un país norteafricano que sufrió una intentona golpista militar hace cuatro meses, aunque sin que se registrasen actos violentos.
Un millón cien mil mauritanos, algo menos de la mitad de la población, habían sido convocados a las urnas en esta república islámica, con una superficie que duplica a la de España, uno de los Estados más pobres del norte de África.
Los electores debían elegir entre seis candidatos, empezando por el actual jefe de Estado, Uld Taya, de 62 años, que aspira ahora a un tercer mandato. Este ex coronel llegó al poder en 1984, mediante un golpe de Estado, y se hizo elegir presidente en 1992 y 1997 por más de un 90% de los sufragios.
Su principal rival es su predecesor en el cargo, Uld Haidallah, de 63 años, que dirigió el país entre 1980 y 1984. Aunque carece de afiliación política, cuenta con el respaldo de varias formaciones de oposición.
Uld Haidallah pasó las horas previas a la apertura de los colegios electorales detenido, junto con su director de campaña y cinco de sus partidarios, porque el fiscal general sospechaba que fomentaba "un plan para cambiar el poder mediante la violencia". Fue liberado ayer de madrugada.
La Federación Internacional de Ligas de los Derechos Humanos pidió, tras la detención, que se suspendiesen los comicios. Uld Haidallah y otros aspirantes a la presidencia denunciaron, el jueves, el atropello cometido por el jefe del Estado, al que ayer acusaron de propiciar el fraude.
Por el contrario, el presidente saliente subrayaba que las elecciones eran "totalmente transparentes" y que serían incluso "consideradas como un ejemplo por todos aquellos" interesados en la propagación de la democracia.
Más allá de esta polémica, las presidenciales conllevan dos novedades. Por primera vez una mujer, Aicha Mint Jidane, compite en un país árabe por la jefatura del Estado. Su candidatura obedece, sin embargo, según la oposición, a una maniobra para evitar que los votos de dos tribus que le son afines no vayan a parar a un adversario del presidente.
También, por primera vez, concurre un esclavo liberado, Messud Uld Buljeir, autodidacta de 59 años. La esclavitud fue abolida en Mauritania hace tan sólo 22 años y se calcula que entre un 35% y un 40% de la población son descendientes de esos sirvientes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 8 de noviembre de 2003