El aumento en el número de mujeres asesinadas por sus parejas en lo que va de año nos sobrecoge a todos. Sería muy penoso que nos acostumbráramos a escuchar estas cifras de forma pasiva. Me resisto a creer que estas muertes sean inevitables. A todas luces es seguro que alguien podría y debería llevar a cabo más medidas para prevenir y solventar las situaciones de riesgo en que muchas mujeres sobreviven.
Como en todos los problemas complejos, no existe una sola solución, pero en una sociedad responsable existen múltiples acciones que, de forma coordinada y permanente, ayudan a resolver este grave problema.
En esta línea me parece muy acertado la actuación que se está realizando en Castilla-La Mancha. En todos los pueblos de más de cinco mil habitantes se ha creado de forma institucionalizada un "centro de la mujer" en el que profesionales competentes, tras un proceso de selección, llevan a cabo una labor de asesoramiento, prevención, formación y ayuda digna de todo mérito y apoyo. Yo me pregunto por qué no se amplía este servicio a todas las comunidades con independencia de cuestiones políticas. Seguro que es bastante más eficaz y rentable que lamentarse a toro pasado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de noviembre de 2003