Pablo Malo (San Sebastián, 1965) nunca ha sido supersticioso y parece difícil que lo sea en el futuro, porque es precisamente el número de la mala suerte el que le permite ahora entrar en el cine por la puerta grande. Su último cortometraje, Jardines deshabitados, ganó 13 premios en distintos festivales, sacó su nombre del anonimato y le allanó el camino para rodar su primera película, Frío sol de invierno, un drama social interpretado por la actriz Marisa Paredes, Unax Ugalde (Periodistas), Marta Etura (La vida de nadie), Javier Pereira y Raquel Pérez.
¿Cómo ha conseguido reunir a rostros tan conocidos en su debut como realizador? La respuesta la dio el lunes Marisa Paredes, al acabar de rodar en un bar de Oiartzun (Guipúzcoa) su última escena del filme, tras la ovación que le regaló el equipo. "He hecho muchas óperas primas; es una aventura que siempre me ha gustado y que voy a seguir haciendo. Y el guión de Pablo es seguramente la mejor historia que me ofrecieron el año pasado", explicó. "Pensé que era una oportunidad para mí, porque además, si hay algo que me mantiene inquieta es la nueva gente que aparece en la profesión. Cuando hago un trabajo", sentenció, "lo hago porque creo firmemente en él".
Paredes interpreta en esta película de historias cruzadas a Raquel, una prostituta que mantiene una turbulenta relación con su hijo Gonzalo (Pereira)
, enamorado de Mimo (Pérez), la hija del dueño de un desguace de coches. "Después de hacer dos papeles de burguesa, y con la fama que tengo de fina y elegante, me apetecía hacer de puta. Porque además es una mujer con mucha dignidad", ironizó la actriz. Su vida en la ficción da un giro la misma noche en que Adrián (Ugalde), un joven huérfano de madre, abandona el psiquiátrico donde ingresa de forma periódica y se entera de que su padre se marcha de la ciudad para rehacer su vida con otra mujer.
"Frío sol de invierno", explicó Malo, "es una historia sobre la soledad, la incomunicación y las difíciles relaciones familiares", en la línea de Solas, de Benito Zambrano, o Barrio, de Fernando León de Aranoa, según sus pretensiones iniciales. Como ellas, enfoca la vida de personajes que rozan "la marginalidad" y, a diferencia de ellas, introduce el suspense en la pantalla. "Me obsesiona mucho no aburrir", reconoció Malo. Por eso ha construido un guión en el que pasan continuamente cosas. "Pero a estas alturas he perdido ya toda la objetividad sobre lo que estoy haciendo", reconoció. "Aunque he ido viendo lo que se ha rodado y me he tranquilizado un poco".
El realizador estaba con la gripe y cansado tras seis semanas detrás de la cámara en distintas localizaciones de Guipúzcoa y Navarra. Él y su equipo, que ahora se trasladan a Lisboa y a Sintra, no sólo han tenido que enfrentarse a las ya previstas sesiones nocturnas de trabajo -muchas de las escenas de la película transcurren de noche-, sino también al frío, la lluvia y el viento. "El rodaje está resultando estresante y complicado", confesó Malo. Apenas había acabado de hablar cuando Marisa Paredes tomó la palabra para advertirle: "Los rodajes son siempre difíciles y complicados". No lo dijo en tono de reprimenda, sino con actitud cariñosa. Porque si hay algo que se ha dado en este rodaje, según la propia actriz, es "la química" entre el director y los intérpretes.
Las condiciones eran propicias. Primero, porque Malo era consciente de que contar con un reparto tan sólido suponía un lujo. "Para mí ha sido un placer tener aquí a mis actores favoritos", dijo. Segundo, porque a alguno de ellos ya los conocía. Ugalde actuó en Jardines deshabitados. "Cuando leí el guión de Frío sol de invierno", señaló el actor vasco, "le dije que contara conmigo. Hoy sé que si se montara sólo lo que tenemos ahora saldría ya una buena película". Lo juzgará el público el próximo año. El filme, producido por Zine 1 con un millón y medio de euros de presupuesto, estará listo para febrero.
Miedo a no estar a la altura
Pablo Malo hizo un curso en la casa de cultura Larrotxene de San Sebastián y decidió probar suerte en el mundo del cine. Financió de su propio bolsillo el cortometraje El ángel de mármol y ya después, con el apoyo del Gobierno vasco y de Canal +, Jardines deshabitados, que llegó a exhibirse en 60 festivales.
Ésta es su experiencia y carta de presentación. Por eso, como confesó el lunes, tenía miedo: "Miedo a no estar a la altura", sobre todo cuando Paredes le confirmó que quería actuar en Frío sol de invierno. Miedo a su primer largo. "En los cortos lo controlas todo y temía que se me desmadraran las cosas y pudiera perder la perspectiva", reconoció. Pero no ha sido así, a tenor de lo que dicen los propios actores. "Con Pablo ha sido todo muy fácil. De entrada sabe lo que no quiere y me ha sorprendido mucho cómo comprende a los actores", dijo Marisa Paredes. "No me he equivocado. Pablo Malo es un gran proyecto de director".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de noviembre de 2003