Sobre una alfombra, que bien podría ser voladora, los Chemirani: Djamchid (Teherán, 1942), probablemente el principal maestro vivo del zarb -con trabajos para Béjart, Peter Brook o Carolyn Carlson-, y sus hijos, Kevyan y Bijan, que dominan también ese tambor de Irán, en forma de cáliz y tallado en una pieza de madera de morera o nogal y recubierto en su parte superior por una piel de cabra. Hay que tener muñecas de goma para tocarlo como lo hacen ellos y jugar con las complejas estructuras rítmicas con tanta plasticidad. Treinta dedos ágiles que se mueven como tentáculos y obtienen variaciones infinitas desde sonidos cálidos.
En el otro extremo del escenario, un veneciano, Carlo Rizzo, que se trajo panderos espaciales de su propia invención -bautizados como politímbricos y multitímbricos-, y con los que casi tenía entre sus manos toda una batería. Rizzo toca el tamburello y la tammorra napolitana, y se acompañó en un par de cantos populares de Italia que él mismo ha reelaborado. Entre Oriente y Occidente, Ross Daly y Kelly Thomas, con sendas liras cretenses -instrumento que se toca apoyado sobre las rodillas y cuyo sonido recuerda vagamente al de un chelo-. Ella, una joven griega; él, un irlandés de Londres que vive en Creta y sabe tocar desde la guitarra clásica hasta el sarangui indio, el rabab afgano o el tarhu, creación de un luthier australiano a partir de una especie de calabaza y un mástil de sitar estrecho.
Trío Chemirani
Ross Daly, Kelly Thomas y Carlo Rizzo. Invitado: Dimitri Psonis. Círculo de Bellas Artes. Madrid, 12 de noviembre.
Todos ellos son músicos curiosos, guiados siempre por el instinto y el principio de placer. Capaces de improvisar sobre unos orígenes comunes, los de esa música modal que todavía se encuentra en los Balcanes, Oriente Próximo, el norte de África o la India y que un día fue ley en toda la península Ibérica. Una música que trasciende lugares, civilizaciones, épocas... y el sonido de la puerta del paraíso, en palabras de un místico persa de siglo XIII. Los dos más veteranos, Djamchid Chemirani y Ross Daly, amigos de años, guiaron los pasos de esta reunión. Cuando tocaban todos juntos eran Palma, Orán, Nápoles, Estanbul, Haifa, Palermo, El Pireo o Alejandría. Sonidos de un amplio mar que ha servido de punto de encuentro durante miles de años.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de noviembre de 2003