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Crítica:CLÁSICA

Una lección

Las Bagatelas, op. 126 reflejan el mundo difícil, contradictorio, amable y serio a la vez de un Beethoven crepuscular. Goode las abordó en su punto justo, mostrando una sonoridad muy suya, introvertida, concentrada. La Sonata D845 es una de las cimas del arte schubertiano y el pianista neoyorquino la entiende a la perfección. Nada queda fuera de su control, los temas se integran con una limpidez admirable, las ideas fluyen con una lógica absoluta, a veces con una pasión desbordada y siempre con un dominio de la escritura que no vela jamás el discurso. Antológica la traducción del Andante, poco moto. Cerraba programa una pieza tan poco habitual como las Davidsbündlertänze de Robert Schumann, una suma de las dos caras del compositor, todavía sonrientes las dos, de su esquizofrenia, que parecía un juego pero resultó ser pura realidad. Ahí Goode asumió el poso romántico y dio a la obra la unidad imposible de sus dos facetas.

Richard Goode

Obras de Beethoven, Schubert y Schumann. Auditorio Nacional, Madrid, 12 de noviembre.

Qué maravilla escuchar a un pianista como Richard Goode, qué seriedad la suya, que afán de servicio a la música desde la técnica y la inteligencia. Hasta en no dar propinas estuvo bien. No hacían falta después de su lección.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 14 de noviembre de 2003