"Este libro es el resultado de una deuda moral. Debemos situar a Jorge Oteiza en el lugar central que le corresponde como maestro de la plástica en la historia del arte del siglo XX". Soledad Álvarez, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo y amiga del fallecido artista, presentó ayer Jorge Oteiza. Pasión y razón, un esperado estudio monográfico que analiza la biografía, el pensamiento y la extensa obra del escultor.
"El trabajo cubre una laguna bibliográfica que resultaba bastante inexplicable, pero todavía está pendiente el verdadero reconocimiento público de las aportaciones fundamentales de Oteiza como puente de enlace entre las vanguardias históricas y la vanguardia de posguerra", señaló Soledad Álvarez (Asturias, 1951) en la sede de la Fundación-Museo Oteiza de Alzuza (Navarra). Este estudio sobre la vida y obra del artista guipuzcoano, publicado por la editorial Nerea, cuenta con numerosos documentos y fotografías, muchos de ellos inéditos, cedidos por la fundación.
Soledad Álvarez es autora de varios libros, entre los que destacan Escultores contemporáneos de Guipúzcoa, 1930-1980 o Medio siglo de una Escuela Vasca de Escultura (tres volúmenes, 1983). La elaboración del libro le ha supuesto a su autora más de tres años de trabajo. El estudio monográfico ocupa 240 páginas y culmina una investigación de casi tres décadas sobre la Escuela Vasca de Escultura, que Oteiza alumbró.
"La fuerza de la personalidad de Jorge Oteiza, su liderazgo político y cultural en el ámbito vasco y la amplitud y versatilidad de su pensamiento han prevalecido en la atención de los medios sociales y culturales sobre una aportación plástica fundamental que, aunque no en la medida en que le corresponde, le ha otorgado su dimensión internacional", subraya la autora del estudio. No obstante, sostiene que se sigue conociendo poco de Oteiza, incluso en el ámbito vasco. Por ello, el trabajo presentado ayer analiza globalmente todas las perspectivas del artista: la biografía, el ideario estético, la escultura, la dimensión integradora (lenguajes artísticos, proyectos arquitectónicos, experiencia cinematográfica, diseño y dibujo, poesía y educación estética, y arte popular, lengua y cultura vascas), su legado y un ingente catálogo de bibliografía, notas e ilustraciones.
Álvarez recuerda la reflexión de Oteiza cuando éste señalaba: "Necesito romper la conexión del tiempo con el espacio; esto es, transformar el espacio de la realidad exterior en espacio de realidad interna" (Hacia un arte receptivo, Montevideo, 1959), y deduce que proyectó tal indagación plástica en su propia experiencia existencial. "Ello explicaría", afirma Soledad Álvarez, "su capacidad para desarrollar los proyectos experimentales en tiempos tan breves, para trabajar simultáneamente en series escultóricas distintas y escribir varias obras teóricas o literarias a la vez, o para abstraerse de la ubicación y condiciones del taller, permanentemente cambiantes, y mantener la coherencia de un proyecto escultórico de carácter experimental".
"Quizá la sociedad viva demasiado ajena a su modelo de escultura, que contrapone la búsqueda de valores espirituales a las tendencias materialistas imperantes, y entiende la experiencia artística como método o camino de salvación a través del cual el hombre logra adquirir una conciencia espiritual que hace innecesaria la labor del artista", concluyó Soledad Álvarez.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de noviembre de 2003