Decía hace años, en una de sus maravillosas viñetas, el genial Jaume Perich que no hay nada tan gilipollas como un obrero de derechas. Ahora se oyen voces clamando contra la subida de impuestos de nuestro flamante alcalde, cuando hace pocos meses le han votado, cuando hace pocos días han votado a su correligionaria Esperanza Aguirre, y cuando hace pocos años han votado a su jefe absoluto.
Parece que en este país hay poca memoria histórica, pero aún menos capacidad para reconocer las propias limitaciones, y es que, aunque se haya multiplicado el número de obreros de chaqueta y corbata, en realidad no dejan de ser obreros, y cuando los gobiernos de derechas se comportan como les es característico, favoreciendo a la patronal, viene el llanto y el rechinar de dientes. No sé para qué está el día de reflexión previo a las elecciones, si luego dan su voto a quien lo va a usar en su contra.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de noviembre de 2003