No sé si esta protesta servirá de algo, mucho me temo que no, pero el servicio público de transportes entre Majadahonda y Madrid que mantiene la empresa Llorente se va degradando al mismo ritmo de crecimiento poblacional que promueve la salvaje especulación urbanística que padece esta localidad del noroeste madrileño. Las constantes y cada vez más airadas denuncias de los numerosos usuarios de las líneas 651, 651 A, 652, 653 y 654 no han servido para nada. La suciedad, la masificación, la inseguridad, los retrasos, la escasez del servicio y la penosa planificación de la cadencia de paso de los autobuses se ha convertido en algo endémico. ¿Alguien va a hacer algo?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de noviembre de 2003