¿Cómo puede ser que ningún otro partido haya podido ganar unas elecciones al Parlament de Catalunya en todos estos años? La pregunta que Jordi Pujol -más en su estilo que nunca- ha formulado ante la militancia convergente es la que debería plantearse de verdad el Partit dels Socialistes. Si después de 23 años, cuando el líder que les ha cerrado el paso una y otra vez desaparece y con Esquerra Republicana robando votos a mansalva a sus adversarios, no han sido capaces de ganar, es que algo muy profundo falla en su estrategia y en sus planteamientos.
Tenía que ser la noche del cambio y ha sido la noche de la apoteosis nacionalista. El gran salto que ha dado Esquerra Republicana -la triunfadora de la noche-, combinado con la resistencia de CiU, que, pese a una importantísima pérdida de votos y escaños, ha conservado el primer puesto de un escenario totalmente distinto del de la campaña del cambio. CiU ha acusado el buen resultado de Esquerra y no ha dudado en ponerse inmediatamente en sintonía: Artur Mas ha dicho que tomaba nota de que en el Parlament había una nueva mayoría nacionalista. Lo que no ha dicho Mas es que esta mayoría ya existía en el Parlament saliente y, sin embargo, fue CiU quien no quiso formalizarla y prefirió la alianza con el PP.
Mas lo tiene todo en la mano para ser presidente. La salida de Jordi Pujol y el largo desgaste del gobierno son atenuantes para las grandes pérdidas que ha tenido. Y sobre todo en política hay una sola victoria: conseguir el poder, y Mas tiene todas las opciones de conservarlo. Pero, a mi entender, seria precipitado dar por hecho el Gobierno nacionalista CiU-ERC. De momento, Josep Lluís Carod Rovira, reiterando su oferta de Gobierno de concentración -todos menos el PP-, ya ha insinuado que no está dispuesto a regalar nada, y que incluso tanteará alguna opción en la que pudiera ser él presidente. No creo que Pasqual Maragall estuviera pensando en esta hipótesis cuando dijo retóricamente que el cambio había triunfado. Pero no se entiende muy bien esta salida, porque a estas alturas ya no sirve de nada esquivar la realidad de la derrota. Esquerra nunca se comprometió con el PSC e IU, y estos dos sólo suman 51 escaños, ni siquiera repiten el resultado de hace cuatro años.
CiU y Esquerra deberán evaluar si les sale a cuenta gobernar juntos. Es una opción que limita considerablemente los movimientos de CiU en Madrid porque Esquerra no aceptaría ningún cortejo con el PP. Y es una mayoría que podría ser muy inestable porque CiU y Esquerra compiten por la hegemonía en un mismo espacio electoral.
Probablemente, Mas juegue con dos cartas: la coalición con Esquerra y la coalición con el PSC. No puede descartarse esta hipótesis, sobre todo si Esquerra se pone demasiado exigente para CiU. Y las presiones de medios influyentes para que se imponga esta coalición serán grandes tanto desde Barcelona como desde Madrid. Esquerra todavía asusta a algunos sectores. El PSC se encontraría de este modo con uno de sus peores fantasmas: el "no" a Pujol en 1980. La coalición con CiU podría además servir para dar una salida a Maragall y aplazar la inevitable crisis socialista.
El decorado nacionalista que ha acompañado el éxito de Mas no debe hacerle olvidar el gran retroceso electoral que ha tenido. La movilización patriotera le ha permitido salvar los muebles, pero es mal augurio que en su primera intervención como eventual presidente haya vuelto a anatematizar a los partidos que, en sus palabras, "dependen de Madrid". Y esto después de decir que su victoria era de toda Cataluña. ¿Por qué ha querido estrecharla tan de prisa?
El resultado del PSC es, sin duda, un golpe para el PSOE. A José Luis Rodríguez Zapatero le pedirán cuentas por su apoyo al Estatuto de Cataluña y, con Maragall tocado, el discurso de la España plural declinará. El PP puede pensar que tiene la victoria en marzo más cerca, pero José María Aznar se va sin haber conseguido penetrar en Cataluña, y CiU se aleja como socio potencial. Ecos de la noche nacionalista catalana.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 17 de noviembre de 2003