En 1925, Henri Roorda escribió: "Amo enormemente la vida. Pero para gozar del espectáculo hay que ocupar una buena butaca. Y en la tierra la mayoría de las butacas son malas"; por tanto, se suicidó.
Era un maestro de aritmética: la escena representa un aula más bien destartalada, fría: la lluvia cae, fuera, incesantemente, del principio al fin.
Mi suicidio
De Henri Roorda. Traducción de Miguel Rubio. Intérprete: Mario Gas. Tanttaka Teatroa. Dirección: Fernando Bernués. XX Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Sala Cuarta Pared. Madrid.
Este personaje real había escrito algunos libros que siento no conocer: los buscaré.
Era un escritor de ensayos vagamente cínicos, un observador de esa vida burguesa que le estaba negada y que le parecía deplorable desde un punto de vista inteligente: era de los que creen en "la estupidez humana", y si hubiera llegado hasta nuestro tiempo hubiera escrito lo mismo y se habría suicidado otra vez. Un hombre del día.
La última carta
Su librito El pesimismo alegre, o Mi suicidio, equivale a la última carta que deja como explicación el que se va de la vida: quería que este libro sirviese para pagar algo a sus acreedores, y había pensado dar una conferencia en cuyo anuncio se diría: "Al final de su conferencia, el conferenciante se suicidará": pero temía que la interrumpiese la policía. Tenía en su casa un revólver con cuatro balas, y finalmente lo utilizó.
Mario Gas interpreta muy bien el texto de ese libro, convertido en monólogo. Tiene la sencillez, la seriedad burlona que requiere el texto. El paso de esta obra por Madrid, traída por el Festival de Otoño [la obra se representó la pasada semana, entre los días 12 y 15 de noviembre, en la Sala cuarta Pared, dentro de la programación del XX Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid], es lamentablemente breve: podrá volver cuando quiera y tendrá su público entusiasta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 18 de noviembre de 2003