El 12 de noviembre, la novia de mi hijo, operado recientemente, se dirigió a una farmacia de Majadahonda para comprar una caja de heparina con una receta verde de la Seguridad Social dispensada por el médico que le corresponde. En la farmacia le dijeron que ese medicamento no estaba cubierto por la Seguridad Social, por lo cual tenía que pagarlo en su totalidad. Es un medicamento caro que ha de ponerse diariamente durante el tiempo que esté sin moverse (que los médicos prevén largo).
Al comunicarme mi hijo la contestación dada a su novia llamo a mi hermano, médico de la Seguridad Social, que me confirma lo que me temía: que por supuesto el medicamento lo cubre la Seguridad Social, ya que de lo contrario la receta dada por el médico hubiese sido blanca y no verde.
En ese momento caí en la cuenta de algo que no podía imaginar: la novia de mi hijo es peruana y su tono al hablar delata su procedencia; resultado: víctima fácil para una persona sin escrúpulos que no duda en aprovecharse de su ignorancia sobre cómo funciona la Seguridad Social en nuestro país. Pero ¡qué mala suerte ha tenido usted, señora farmacéutica! Mire por dónde, en este caso hay alguien detrás de la suramericana que sí conoce las normas y no está dispuesta a que usted robe a nadie.
Como se puede comprobar, los ladrones no están sólo dando tirones de bolsos en las calles. La denuncia al Colegio de Farmacéuticos está servida.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de noviembre de 2003