El periodista y cineasta francés Gilles Grasser (París, 1966) se ha embarcado en una aventura que le fascina: el guión y rodaje del documental Caídos, una coproducción entre Morena Films y Produce +, que se emitirá el 20-N de 2004 en Canal +, en el que reflexiona sobre algo que podría resultar insólito para un profesional español que no estuviera implicado ideológica o emocionalmente: el monumento fúnebre franquista conocido como Valle de los Caídos.
De hecho, le costó en un principio embarcar en este proyecto a otras personas, que sólo se limitaban a decirle "¡qué horror!". Pero, cuando explicaba su punto de vista, "una mirada inocente pero no ingenua sobre algo que está lleno de oscurantismo y tabúes, procurando llegar al fondo de las cosas a través de un rigor absoluto", terminaba convenciendo a más de uno. El primero fue el productor Álvaro Longoria, a quien le gustaría que el documental aclarara lo que este monumento debería ser en un futuro: "Se tendría que decidir qué hacer con este monumento y convertirlo en un símbolo de todos", dice el joven directivo de Morena Films, productora que ha realizado 12 documentales, entre otros Comandante y Persona non grata, con Oliver Stone, y 12 películas, entre las que se encuentran Slam o El lápiz del carpintero.
Horas antes de filmar la marcha que los falangistas hacen durante la madrugada del 20-N andando hasta la basílica del Valle de los Caídos, y que este año tiene una significación especial por ser el centenario del líder de Falange, Grasser cuenta cómo se acercó: "Iba hace menos de dos años con un amigo de excursión por El Escorial y le pregunté qué era el Valle de los Caídos. Noté que mi amigo se incomodaba y no quería hablar de ello, y mucho menos llevarme, aunque me explicó que era la tumba de José Antonio Primo de Rivera y de Franco y que se había construido con presos republicanos de las cárceles franquistas, muchos de los cuales murieron allí".
Terminó visitándolo y como un turista inocente preguntó por qué no se recogía en ningún libro de los que allí se venden que el monumento se había construido con una mano de obra muy especial: "Los trabajadores que estaban allí se enfadaron mucho conmigo y salí por un lado impresionado por la monumentalidad del sitio y por otro con la intrahistoria de este espacio, que me da la sensación de que es el símbolo más visible y al mismo tiempo más invisible... Con todo ello he puesto en marcha la investigación, que está marcada, como todo mi trabajo, por el interés por el rigor periodístico y desde el punto de vista estético por la creatividad..., creo que la clave está en no partir de una idea predeterminada y dejar que la ideología sea la curiosidad".
"Me fascinó encontrar una historia que creo es única en Europa, ya que se supone que es un monumento para todos los caídos, pero al final es claramente de un bando y la cosa llega hasta el punto de que hay gente a la que no se le permite el acceso", dice este documentalista, que ha tenido problemas con Patrimonio Nacional para acceder a datos que necesitaba.
"El monumento está tan visible que la gente no lo ve; yo sólo pretendo un viaje en el tiempo, en el espacio, por el pasado y por el presente, pero dando una visión moderna con la que entender por qué el monumento ha sobrevivido... Es una manera de abrir puertas al pasado, pero para establecer qué va a ser de eso en el futuro", dice Grasser.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de noviembre de 2003