La ofensiva militar estadounidense no logra acallar a la insurgencia iraquí. Un nuevo ataque suicida con coche bomba se cobró ayer seis vidas en Kirkuk, a 250 kilómetros de Bagdad. Cuarenta personas resultaron heridas. El atentado estaba dirigido contra las oficinas de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK). En Ramadi, a 100 kilómetros al noroeste de la capital, una bomba mató ayer a un soldado norteamericano e hirió a otros dos. La noche anterior, en la misma localidad, un coche bomba fallaba en su objetivo, un miembro del consejo municipal pronorteamericano, pero mataba a un niño y a un adulto. Otros dos menores murieron al explotar una bomba en una escuela de Kerbala.
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Una vez más, las víctimas no son únicamente soldados de las fuerzas de la coalición que lidera EE UU, sino iraquíes de a pie, aunque el objetivo sean quienes colaboran con aquéllas. En el atentado de Kirkuk murieron una maestra de una escuela cercana y tres alumnos, además de una quinta persona y el posible suicida. La detonación se produjo a las 10.30, casi a la misma hora de los ataques de Estambul. El explosivo derribó un muro exterior de la sede de la UPK. "Todo apunta a que se ha tratado de un atentado suicida porque tenemos un cuerpo sin identificar que podría ser el del conductor", declaró el alcalde de Kirkuk, Abdulrahmán Mustafa. La UPK, uno de los principales partidos kurdos, había reforzado su seguridad tras recibir informes de que podía ser "objetivo de los terroristas".
"Pensamos que detrás del ataque están grupos terroristas islámicos y remanentes del régimen de Sadam", declaró un portavoz de la UPK, Yalal Yohar, "porque se están coordinando". Anoche nadie había reclamado la responsabilidad del atentado, aunque la víspera el Partido Baaz publicó un comunicado en la edición electrónica del diario árabe Al Hayat en el que anunciaba que la resistencia va a continuar.
En las proximidades de Ramadi, una bomba detonaba ayer al paso de un convoy norteamericano: un soldado murió y otros dos resultaron heridos, según informó un portavoz militar de EE UU. También en Ramadi, un iraquí visto como colaboracionista, el jeque Amer Alí al Suleimán, fue el objeto de otro atentado cometido anteanoche. Este líder de los Al Duleimi, una de las más importantes tribus suníes, aboga por cooperar con EE UU y participa en el consejo municipal. Por la mañana, fue asesinado otro responsable tribal, el jeque Mahmud Yarbu, y el hijo de un responsable de la policía, Yadán al Alaui, resultó herido grave por una granada en su domicilio.
Las agresiones no se limitan al norte y al oeste de Bagdad. Dos niños resultaron muertos y varios heridos al estallar una bomba en una escuela de Kerbala, a 80 kilómetros de la capital iraquí. En esta ciudad, antes del amanecer, dos hombres tirotearon la sede provisional de la Embajada de Jordania (destruida por un atentado el pasado 7 de agosto) y mataron a uno de los policías que la vigilaban. A media mañana, las tropas norteamericanas descubrían en el mismo barrio, el céntrico Mansur, una bomba colocada entre los escombros de la central de comunicaciones de Al Maamún, bombardeada durante la guerra. Mientras los artificieros trataban de desactivar la bomba, esta enviada vio a un soldado que yacía pálido en el suelo y a dos muchachos iraquíes detenidos y maniatados, aunque los militares no informaron de bajas.
[Un oficial de la policía iraquí anunció ayer que el Ejército norteamericano ha detenido a un cuñado de Sadam Husein, Archad Yassin, piloto del helicóptero privado del presidente iraquí derrocado y uno de los principales responsables de su seguridad personal hasta comienzos de los noventa.]
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 21 de noviembre de 2003