Georgia se encontraba anoche al borde de la guerra civil después de que la oposición irrumpiera violentamente en el Parlamento, que celebraba su sesión inagural, y Ninó Burdzhanadze, la presidenta del Legislativo saliente, se declarara jefa del Estado interina hasta la celebración de elecciones presidenciales anticipadas en el plazo de 45 días. Las Fuerzas Armadas, de Seguridad e Interior daban muestras de división interna para poner en práctica el estado de emergencia declarado por el presidente Eduard Shevardnadze después de que la oposición le obligara a abandonar el Parlamento.
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Sheverdnadze calificó los sucesos de golpe de Estado y pidió a las fuerzas de seguridad que restablecieran el orden e impusieran el estado de emergencia durante un mes. Según la legislación georgiana, eso requiere la aprobación del Parlamento. Burdzhanadze ha convocado una sesión extraordinaria del Legislativo para hoy.
Las señales que llegaban anoche de los cuarteles eran mixtas. Por una parte, unidades armadas se habían movilizado en las inmediaciones del Ministerio del Interior, en las afueras de la capital, y en torno a una de las residencias de Shevardnadze, a cinco kilómetros del centro de la ciudad, según medios de comunicación rusos. Un oficial, que se identificó como el coronel Kote Danelia y que dijo pertenecer a las tropas guardafronteras, manifestó a la cadena de televisión independiente Rustavi-2 que no obedecería si se le ordenaba actuar contra los manifestantes.
Mientras tanto,el ministro del Interior, responsable de la policía, se declaraba leal a Eduard Shevardnadze. La oposición tenía en su poder el edificio del Parlamento y la Cancillería del Estado, la sede de trabajo del presidente, en el centro de Tbilisi.
La situación en el país caucásico era extremadamente peligrosa, por cuanto la dualidad de poder no estaba resuelta y había serios indicios de que los acontecimientos podían desarrollarse de forma violenta y no al estilo yugoslavo, como había imaginado Mijaíl Saakashvili. Este líder ultranacionalista capitaneó ayer el asalto al Parlamento, portando en su mano un manojo de rosas mientras sus seguidores lanzaban piedras y botellas, se subían a las mesas, y destrozaban los atributos de poder en la tarima de la presidencia.
"Hay que castigar", manifestó Sheverdnadze pocas horas después de que fuese evacuado por su escolta con el texto de su discurso en la mano y prácticamente en vilo. Este superviviente de varios atentados se culpó en gran parte del rumbo de los acontecimientos por "haber sido demasiado liberal". "Les permití demasiado y no les permitiré nada más", dijo el presidente, que volvió a Georgia en 1992, tras haber sido uno de los artífices de la perestroika de Mijaíl Gorbachov como ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética hasta diciembre de 1990 y, anteriormente, jefe del partido comunista en Georgia.
Por acuerdo entre Ucrania y Rusia, en tanto que miembros de la Comunidad de Estados Independientes a la que pertenece también Georgia, el ministro de Exteriores ruso, Ígor Ivanov, llegó en la madrugada de hoy a Tbilisi, para entrevistarse con Shevardnadze y los miembros de la oposición, mientras el presidente ruso, Vladímir Putin, seguía atentamente la evolución de los acontecimientos. Rusia tiene tres bases militares en Georgia, además de otra en vías de desmantelamiento en Abjazia.
El Ministerio de Defensa de Rusia se apresuró ayer mismo a comunicar que las tropas rusas emplazadas en el Cáucaso no se inmiscuirán en los sucesos de Tbilisi, por considerar que se trata de "un asunto estrictamente interno de Georgia". "Todas las unidades militares rusas se encuentran en sus emplazamientos permanentes y realizan sus actividades de forma habitual", señaló un comunicado. En la Embajada rusa en Georgia se dieron órdenes para que nadie abandonara la sede diplomática y se tomaron medidas de seguridad complementarias.
La situación en Tbilisi se fue caldeando a lo largo de la tarde a medida que iba aumentando el número de asistentes a la manifestación convocada por los opositores al presidente. La multitud acabó rompiendo los cordones policiales e irrumpió violentamente en el edificio del Parlamento, arrasando todo cuanto encontraba a su paso. La televisión rusa habló de nueve heridos entre los policías, pero también afirmó que las fuerzas del orden público acabaron confraternizando con los manifestante, que por la noche, en un ambiente de euforia, encendíeron hogueras y cantaron junto al Parlamento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de noviembre de 2003