Los tres implicados en la muerte de un hombre, que falleció en mayo de 1995 tras ser apaleado cuando se encontraba en su masía, ubicada en la localidad de Vila-real (La Plana Baixa), protagonizaron ayer un cruce de acusaciones durante el juicio. Uno de los tres implicados, entonces menor, destapó a sus compañeros hace dos años cuando, al ser llamado a declarar por otra causa, confesó su participación en el crimen y relató lo sucedido.
El menor, que ayer acudió en calidad de testigo, cumplió dos años de internamiento en un centro de menores y ayer mantuvo su acusación. El fiscal pide más de 18 años de cárcel para los dos acusados por los delitos de homicidio y robo con violencia e intimidación en grado de tentativa.
Por contra, uno de los dos imputados negó su participación y aseguró que se limitó a vigilar, aunque dijo haber olvidado si su compañero de banquillo era quien le acompañó en su "visita" al ahora fallecido, al que pretendían robar una pensión de 50.000 de las antiguas pesetas. Éste relató que, al llegar a la casa la tercera persona sacó un bate de béisbol y, tras golpear con él a la víctima en el estómago, entró junto al menor en la casa, mientras él permanecía en la puerta en laborales de vigilancia. Su defensa reclama la libre absolución o, de forma alternativa, seis meses de prisión por un delito de complicidad de un homicidio imprudente.
El segundo de los acusados del caso se negó a declarar, mientras que su defensa alegó la inexistencia de "pruebas de cargo" e indicó que la declaración del entonces menor, que es el único que le imputa, "no tiene demasiada credibilidad, ya que se trataba de un sujeto psicótico, con la voluntad y la inteligencia alteradas". Su letrado solicitó la libre absolución o, alternativamente, siete años de prisión por imprudencia y tentativa de robo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 26 de noviembre de 2003