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La Filmoteca de Cataluña dedica un ciclo al director Hal Hartley

"Poseer el control sobre el dinero es lo que te permite tenerlo, a su vez, sobre la creatividad". Ésta es la convicción con la que el realizador Hal Hartley (Nueva York, 1959) se enfrenta a su labor cinematográfica, aun a riesgo de saber que su opción, inevitablemente, le convierte en un creador "menos popular". Hartley, uno de los principales representantes del cine independiente norteamericano, asistió ayer en Barcelona al pase de su película Simple men (1992). La cinta inauguró la retrospectiva que la Filmoteca le dedica, una amplia mirada compuesta por 17 títulos. En su opinión, "lo que a principios de la década de 1990 se conocía como cine independiente americano ya no existe".

El ciclo se prolongará hasta el 14 de diciembre (las películas en 16 y 35 mm se exhiben en la sala de la Filmoteca, y los trabajos en vídeo, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona) y abarca la práctica totalidad de la producción de este cineasta. A su juicio, la transformación del panorama del cine independiente obedece a la caza de talentos en los circuitos alternativos emprendida por las majors. Él también fue tentado por Hollywood, pero no cedió.

Guionista, director y productor de películas, entre ellas Henry Fool y Amateur, asegura haberse convertido en un experto en inventar fórmulas de financiación, aunque anda escarmentado por cómo funcionó su último filme, No Duch thing (2001), financiado en parte por la productora de Francis Ford Coppola. Así que para su nuevo filme, que empezará a grabar en formato digital en enero, ha vuelto a una vieja fórmula: tanto él como el montador son coproductores, y el resto del capital, privado. Como la anterior, será una película de género fantástico situada "en un futuro no lejano" en el que todos los seres humanos cotizan en Bolsa.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de noviembre de 2003