Nos han avisado que en seis meses los conductores debemos comprarnos un chaleco reflectante. Hace unos años nos obligaron a comprar los triángulos de señalización. Todo esto para prevenir accidentes.
Mientras voy aflojando el dinero del chaleco, me pregunto si no salvarían muchas más vidas un nuevo trazado de las autopistas o una limitación de las velocidades en los vehículos. Pero, claro, estas dos cosas las pagarían bien el Estado de las arcas públicas, bien las potentes marcas comerciales ingresando menos dinero. No, mejor nos hacen pagar de nuestro bolsillo el triángulo, el chaleco y lo que tenga que venir. Aunque nos matemos, los matemos o nos maten. Aunque desde que se vendió el triángulo siga habiendo los mismos accidentes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 27 de noviembre de 2003