Vuelvo del trabajo. Intento dejar mi coche en el garaje pero me lo impide otro de un maleducado (llamémosle así) que tapa la mitad de la puerta. Doy varias vueltas a la manzana y toco el claxon insistentemente para llamar la atención del dueño. Nada, no hay respuesta. Aburrida, aparco donde mejor puedo. Llamo a varios números y, al fin, contacto con la Policía. Expongo el caso y me indican que no pueden mandar una grúa porque están muy atareados en el Polígono Sur. Me resigno, vuelvo a casa y mi coche se queda aparcado en la calle donde, quizá arda, lo arañen o sufra cualquier vandalismo.
Por favor, señores del Ayuntamiento y de la Junta, no realicen una segunda modernización y hagan cumplir las leyes y las ordenanzas municipales. La vida urbana y el tráfico están dominados por la ley de la selva que es el sitio propicio para que crezcan los demagogos y los futuros votantes de la ultraderecha.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de noviembre de 2003