¿Qué diferencia existe entre la sala Weekend o la Carbonería (cerradas recientemente por el Ayuntamiento por quejas de los vecinos) y la calle Pérez Galdós con todos sus locales de copas? ¿Qué diferencia hay entre la actividad estival de las terrazas del río (intervenidas también por el Ayuntamiento) y la actividad continua en horario y estación de los bares de copas de la calle Pérez Galdós? ¿Cuál es la diferencia en la calidad de los derechos constitucionales de los vecinos de estos locales y zonas intervenidas y los de los vecinos de la calle Pérez Galdós?
Hoy es sábado. El estruendo en la calle no ha cesado en toda la noche. Mansalvas de personas alcoholizadas, o sin estarlo, no han cesado de vociferar, romper vidrios, aporrear contenedores de basura, etc., hasta después de las ocho de la mañana. La madrugada del viernes fue igual; volví a entrar a mi trabajo sin haber pegado ojo. No es nuevo, es así ya hace años. La sensación de ser ciudadano de segunda clase es ya una evidencia.
No puedo encontrar una explicación al por qué no se controla la normativa en una calle donde los locales cierran no cuando sus licencias dicen, sino cuando quieren sus dueños.
No me explico por qué el Ayuntamiento no puede (o no quiere) hacer cumplir las normas que se incumplen continuamente durante todo el año, y no de forma ocasional, como en el caso de las terrazas de verano o los locales clausurados la semana pasada.
No se me ocurre justificación de por qué en la calle Pérez Galdós, donde los locales tienen licencia diurna o, en todo caso, horario limitado en el cierre, donde no existe insonorización ni puertas cerradas en los locales, no se someten al más mínimo control policial.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 29 de noviembre de 2003