Rafael Lacasa, sevillano de 40 años, consiguió la estabilidad laboral hace tres años, cuando aprobó las oposiciones tras diez años como interino. La quinta vez que se presentó consiguió una plaza. Ahora es funcionario aunque no está de acuerdo con el sistema "infrahumano" que le ha dado una plaza en el Instituto Leonor de Guzmán, en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra.
"El examen que nos hicieron no se acomoda a los nuevos tiempos, puesto que prima el conocimiento ante la experiencia. En algunas ocasiones sí han valorado la experiencia para puntuar las pruebas de las oposiciones, pero ha sido de forma excepcional", comenta Lacasa.
"Todos estamos de acuerdo con el sistema cuando hemos aprobado y somos tan envidiosos que queremos que todo el mundo pase por lo mismo" señala irónico. Tal vez por eso, los que aprobaron a la primera, la mayoría jóvenes pero con menos experiencia, hablan sin dar nombres por "respeto" a sus compañeros.
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Señalan que sí esperan que se solucione pronto el problema aunque se cambie el tipo de puntuación o se realice una convocatoria extraordinaria para que "la convivencia en los centros educativos entre interinos y funcionarios sea la mejor posible". Los funcionarios más jóvenes no quieren dar nombres y es que, según Lacasa, "los interinos de los centros ocupan el 90% de los puestos que los funcionarios no quieren y eso no es nada bueno".
También señala que para él la experiencia es un grado. "He visto gente recién aprobada vomitar y salir de los colegios llorando. Hay que aprovechar la experiencia que tiene los interinos para que pasen a ser funcionarios y garantizar la estabilidad laboral. Se trata de no cometer de nuevo los mismos errores", añade.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de diciembre de 2003