Barcelona entregó ayer la medalla de oro a dos ponentes de la Constitución y, también, ex concejales de la ciudad: Miquel Roca Junyent y Jordi Solé Tura. Sus figuras fueron glosadas por Narcís Serra, la primera, y Eliseo Aja, la segunda. Fue un acto que llenó el Saló de Cent del Ayuntamiento. Allí estaba parte del Gobierno catalán en funciones y del resto de los partidos parlamentarios, redactores de la Constitución, del Estatut y de la Carta de Barcelona. Dos ex alcaldes de la ciudad (Serra y Pasqual Maragall) y el consistorio en pleno.
Hubo momentos emotivos: uno, cuando Solé Tura se abrazó a dos amigos: Gregorio López Raimundo y Santiago Carrillo; otro, cuando el propio Solé evocó el homenaje rendido por la mañana en Madrid a los presos políticos de la dictadura, sin los cuales, dijo, quizá no habría llegado la democracia. Hubo un denso aplauso.
Serra elogió el parlamentarismo sin insultos de Miquel Roca, repasó su trayectoria desde el nacimiento en el exilio hasta su retirada de la política activa "porque no era un político profesional, sino un político con una profesión". Roca le replicó invitando a las nuevas generaciones a no olvidar la historia para no repetir viejos errores.
Eliseo Aja, catedrático de Derecho, elogió la capacidad de acuerdo de los ponentes constitucionales y, también, el didactismo de Solé Tura, sin desdeñar su sentido del humor, que le llevó a decir que tenía por una parte un escaso grupo de seguidores (los solistas) y por otra uno nutrido (los turistas). Solé Tura recordó que ningún texto es sagrado, ni siquiera la Constitución, y animó a los más jóvenes a buscar nuevos caminos para el futuro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de diciembre de 2003