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Crítica:CONCIERTO LATINO PARA LA UNIÓN EUROPEA DE RADIO

Evocación del estilo de Bontempo

La Orquesta y Coro de la Comunidad y sus directores, José Ramón Encinar y Jordi Casas Bayer, acostumbran a escapar de la rutina programática con títulos inusuales o estrenos, así como partituras más o menos perdidas en la historia. Han vuelto a tan encomiable práctica en su concierto para el ciclo de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) con tres autores de España, Argentina y Portugal, precisamente Manuel de Falla (1876-1946), Alberto Ginastera (1916-1983) y João Domingo Bontempo (1775-1842).

Si nuestro Falla sonó en esa maravilla que es el Retablo de Maese Pedro, sobre el célebre episodio cervantino del Quijote, estrenado en 1923 en Sevilla y París, Bontempo estuvo bien representado por su Requiem para Camoens, dado por vez primera en la capital francesa en 1819, mientras Alberto Ginastera, grandísima figura de la música argentina, fue evocado en la Obertura para un Fausto criollo, que Juan José Castro estrena en Santiago de Chile, 1944. En la obertura se enfrentan los temas de importación lírico-dramática relacionados con el Fausto de Gounod con la brillantez del malambo, danza popular campesina que reaparecerá en otras páginas del autor.

Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid

Directores: J. R. Encinar y J. Casas Bayer. Solistas: O. Saitua y Elena de la Merced, sopranos; S. Sánchez-Jericó y J. Cabero, tenores; I. Mentxaka, mezzo; I. Fresán y J. M. Ramón, barítonos. Obras de Ginastera, Falla y Bontempo. Auditorio Nacional. Madrid, 1 de diciembre.

En cuanto al Retablo fallesco, pienso que, tras largas décadas de difusión y altísimo prestigio, debería ofrecerse en lo que sustancialmente es: pieza representada de especiales características cuyos valores se pierden, al menos parcialmente, si falta la acción y la claridad de la palabra.

De tal modo, pese a la sensibilidad y la naturaleza empeñativa de Encinar, los mejores resultados de la tarde fueron, sin duda, en beneficio del Requiem de Bontempo, artista luso residente en París y Londres -donde nació-, seguidor de Clementi, fundador de la Academia Filarmónica lisboeta y director del Conservatorio y de la capilla real de María II y de Pedro IV de Portugal.

El estilo de su Requiem se avecina a Haydn, Mozart o Cherubini, pero acaso tiende a mayor simplicidad y renuncia a la explotación dramática del texto litúrgico, y basta pensar en el Dies irae para comprobarlo.

Cantó bien fusionado, entonado y preciso el coro comunitario, y Encinar ajustó voces solistas y conjuntos con verdadero tino.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 3 de diciembre de 2003