Estuvo tres años embarcado, entre 1998 y 2001, de los cinco que duró el proyecto. En ese tiempo recorrió los siete mares -más de 200 lugares de la geografía del globo- y pasó por toda clase de peripecias y aventuras. Es el británico Alastair Fothergill, director junto a Andy Byatt de un ambicioso documental: Deep blue. Un magnético viaje al planeta azul, coproducido por el Reino Unido y Alemania, que hoy se estrena en España. Fothergill estuvo ayer en el Festival de Sitges, donde presentó el filme. Allí, el experto documentalista, directivo de la BBC Natural History Unit, habló de los muchos peligros que vivió su equipo para acometer la compleja filmación. Por ejemplo, el rodaje con tiburones. "A los tiburones hay que entenderlos", lanzó con convicción. Y eso, ¿cómo se logra?, se le preguntó. "Bueno", contestó Fothergill, "hay que ir con mucho cuidado, intentando percibir su estado de ánimo, y cuando uno nota que el tiburón está molesto o tenso es el momento de salir rápido del agua".
El director de Deep blue negó que la película tenga una voluntad ecologista. "Abiertamente, no", se sinceró. Y precisó que la cinta es más bien una "invitación" al público "a apreciar la belleza de la naturaleza y a que comparta con el equipo de rodaje experiencias difíciles".
Además de esos momentos duros, la principal dificultad del rodaje fue, según el director, el impedimento de ajustarse a un guión preestablecido -"lo escribimos, pero fue como un sueño: nos sirvió de muy poco"-, ya que la naturaleza es libre, no funciona al dictado de las conveniencias del cine. Por ello, contó Fothergill, a menudo tuvo que cargarse de paciencia, la virtud primordial de un documentalista del género, a su juicio. "Lo más importante", dijo, "es resignarse a que pase el tiempo sin que nada ocurra, y eso es particularmente pesado en el océano abierto, ya que allí no se tienen referencias acerca de la inminencia de un suceso". Sin embargo, añadió, ese esfuerzo hace que luego "uno se sienta más orgulloso del resultado final". Y si de algo el director está contento es de que en Deep blue "no hay simplemente animales, sino que los animales que aparecen están haciendo cosas".
La película, a la que acompaña una espectacular banda musical compuesta por George Fenton, costó 15 millones de euros y se rodó a la vez que la prestigiosa serie televisiva Planeta azul, que en España emitieron Canal + y las cadenas autonómicas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de diciembre de 2003