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Crítica:CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES

Cuestión de tamaño

El relativamente pequeño Festival de Cine de Gijón acoge con riesgo inteligente una serie de películas aparentemente pequeñas que corresponden a ese buen cine que se hace con bajo presupuesto y con grandes ideas. Este festival tiene un estilo propio, una personalidad única (quizá compañera de la del Cinema Jove de Valencia), donde el visitante está obligado a recuperar su capacidad para la sorpresa. Donde menos se espera, tras un autor desconocido o un país de poca monta cinematográfica, salta una película importante, o al menos curiosa. Cine hecho sin dinero, rodado con frecuencia en la calle o en decorados naturales, es decir, algo similar a lo que se hizo en aquella nouvelle vague francesa de los míticos años sesenta, de los que a lo largo de esta semana se ha hablado en el aula de cultura de Alicante, con coordinación de Ramón Chao. ¿Significó aquella revolución una nueva vía para el cine o, como suele opinar Luis García Berlanga, supuso exactamente lo contrario? Según el director, haber esquinado entonces a las grandes productoras y el haber desertado de los rodajes en estudio dio al traste con la industria, dando así origen a las crisis de nuestros días.

Berlanga, como se sabe, milita en este criterio desde que los de su generación se reunieran en Salamanca hace ya casi cincuenta años proponiendo para el cine español unas reformas que lo liberaran del corsé de la industria, entonces arcaica y represora. Por fin ahora, junto con otros muchos, el bueno de Berlanga está camino de conseguir en la Ciudad de la Luz el objetivo de construir grandes estudios, precisamente en Alicante, con el patrocinio exclusivo de la Generalitat valenciana. Quien ahora visite las obras se quedará estupefacto ante su magnificencia. En un par de años, dicen, quedarán inaugurados los más grandes y modernos estudios cinematográficos del mundo, donde podrán filmarse películas pequeñitas pero especialmente las grandes, tan grandes que difícilmente serán presentadas en festivales como el de Gijón. Pura cuestión de tamaño... Probablemente no será el cine español el mejor cliente de estos faraónicos estudios ya que su producción tiende actualmente a lo pequeño. Ahí están, entre otras, Te doy mis ojos, Planta 4ª y Días de fútbol cuya modestia presupuestaria no ha impedido su éxito en taquilla. Pero cabe la posibilidad de que ricas productoras extranjeras encuentren en estos apabullantes estudios alicantinos cuanto necesiten. Especialmente para las películas grandes que aspiran al Oscar. Por cierto, muchas de las pretendientes de este año se están estrenando de prisa en Estados Unidos para llegar a tiempo a las candidaturas. En pocos días quedará establecida la lista de las nominadas.

También la de los Goya, que, al contrario de las yanquis, se compondrá de películas pequeñas (y muchas de ellas excelentes). Unas y otras, yanquis y españolas, grandes y mínimas, pueden ser buenas, no importa el tamaño. Pero la grandeza, ¡ay!, sí que importa cuando es sinónimo de poderío. Por ejemplo, los modestos productores independientes norteamericanos han llevado a juicio a la todopoderosa MPAA (Motion Picture Association of America) por su decisión de no enviar vídeos a los críticos para que decidan los premios Globos de Oro. Las películas independientes no siempre son fáciles de ver en los cines ni cuentan con las apabullantes campañas publicitarias de las grandes producciones. Contrarresta la MPAA justificando que lo hace para evitar la piratería, pero es evidente que su decisión sólo perjudica a los filmes pequeños. Una vez más, el pez grande se come al chico aunque asegure lo contrario. También los tiburones de Buscando a Nemo han decidido portarse bien y dejar de zamparse a sus semejantes... pero les sigue cautivando el olor de la sangre.

Y hablando de zampar, hasta los poderosos obispos del Vaticano quieren engullirse a Mel Gibson. Han determinado en su reciente congreso Cristo en el Cine que "cine y evangelización deben ir juntos", y Gibson se ha apresurado a retocar su película sobre la vida de Jesucristo antes de que la vean en el Vaticano. Por si la Inquisición. Una cosa es el tamaño de las películas y otra enfadar a los omnipotentes. Con la Iglesia hemos topado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de diciembre de 2003