No es fácil perder la capacidad de asombro. Jaime Sancho, del Arzobispado Valenciano, "reprocha a la Generalidad la falta de inversiones para recuperación del patrimonio eclesiástico y para que la accesibilidad a los templos pueda abarcar horarios más amplios". ¿Motivos de mi asombro?: 1º) ¿No sería ya hora de que en el estamento clerical se sacaran conclusiones prácticas y urgentes de la referencia clara y definitiva que, sobre los templos, hizo Jesús en su diálogo con la Samaritana junto al pozo? 2º) Dado que ya están ahí y se les considera como Casas del Padre (así nos reveló Jesús a Dios) y hogar terrenal de su familia=iglesia, ¿para qué puertas con cerraduras de las que no puede haber llaves para todos? 3º) ¿Lo que llaman "patrimonio eclesiástico" merece más valoración que las necesidades de las personas? ¿Ya no son los pobres el verdadero patrimonio de la Iglesia? 4º) ¿Por qué reprocharle a la Generalidad recortes de inversión, cuando tantos y tantos millones ha invertido e invierte en piedras y cosas "sagradas" dejando sin la adecuada atención al Jesús de los niños y jóvenes sin los colegios que necesitan bien dotados; al de los enfermos que no disponen de atenciones en el tiempo y modo que las necesitan; al de los sin hogar ni techo porque para ellos no llega el presupuesto; al de los ancianos que sobreviven angustiados por no disponer de las ayudas que necesitan con urgencia...? (Informes de Cáritas y otros) 5º) ¿Acaso ya no se oye por las dependencias arzobispales "lo que hacéis con ellos, a mí es a quien me lo hacéis"? ¿Por qué no entender que amar no es pedir y atesorar, sino dar y entregarse "como" Él?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de diciembre de 2003