En relación a la nota "Vicente Fox llega a la mitad de su mandato en medio de grandes protestas", firmada por Antonio O. Ávila (EL PAÍS, 29 de noviembre de 2003), me permito formular algunas precisiones:
El presidente Fox no llega a la mitad de su mandato en esas circunstancias. Se trata de un aserto sin sustento. Una sola manifestación en contra de la reforma eléctrica, por importante que sea, no significa una "creciente ola de protestas". No fueron cien mil las personas del mitin en el Zócalo. Las autoridades capitalinas calcularon 80.000, y el Gobierno federal, 35.000. Los organizadores habían anunciado una "megamarcha" de medio millón.
El presidente Fox llega a la mitad del sexenio con un nivel de aprobación del 58%, según coinciden las encuestas de los diarios El Universal y Reforma. Como ejemplo de la tranquilidad social en México, a pesar de las presiones recesivas, el clima laboral se muestra estable. La Secretaría del Trabajo registra un promedio anual de huelgas menor que en Gobiernos anteriores: de 1983 a 1988 estallaron 199 movimientos y sólo 38 en los últimos tres años de la presente Administración.
Hoy ningún partido político tiene mayoría en el Congreso. De ahí la intensa negociación -inédita- sobre las reformas energética y fiscal. El Gobierno del presidente Fox trata de persuadir a los legisladores de abrir al capital privado la producción de energía eléctrica de manera concurrente a la que produce el Estado. La empresa gubernamental de electricidad no será privatizada. Los organismos empresariales sí apoyan la reforma eléctrica. Para lograr un crecimiento significativo, la cúpula empresarial coincide con el Gobierno en la urgencia de una reforma fiscal que promueva el crecimiento y genere los empleos que la sociedad demanda.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 5 de diciembre de 2003