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Crónica:FÚTBOL | El gran clásico

"La diferencia con los últimos 20 años ha sido Ronaldo"

Beckham ensalza al brasileño, al que Ronaldinho pidió la camiseta nada más ser retirado por Queiroz entre aplausos del Camp Nou

"La historia está para cambiarla", afirmó Ronaldo antes del partido, a sabiendas de que los libros dicen que el Madrid no le ganaba al Barça desde hacía 20 años. Y a punto estuvo de no conseguirlo por virtud del laborioso Puyol. El defensa del Barcelona terminó el partido, en sus palabras: "Muy bajo". Alicaído y con el mentón hinchado y rojo. Como de haber recibido un codazo en uno de los cruces que tuvo con Ronaldo. Porque el brasileño lo encaró cada vez que recibió el balón, algunas veces con éxito y otras sin lograr irse por velocidad. Se picaron. Ronaldo lo encaró en el área del Barça, antes de un córner, abriendo los brazos en cruz y diciéndole algo a la cara. En la jugada siguiente, Ronaldo recibió de espaldas en su campo y Puyol le asestó un plantillazo en el gemelo derecho. El árbitro le señaló amarilla y el duelo entre los dos volvió a empezar.

Al ver que no podía cambiar la historia por la izquierda, donde estaba Puyol, Ronaldo se tiró al callejón del ocho, a ver si un poco más a la derecha encontraba la manera. Lo hizo un poco antes de la media hora del segundo tiempo, cuando Roberto Carlos remontó la banda y levantó la cabeza: ahí vio a Raúl en primer plano y a Ronaldo más allá, señalándole sus propias botas, el nuevo modelo de cuero azul de Nike que estrenó ayer. Su compatriota lo vio y metió el pase. Raúl arrastró la marca de Motta al primer palo y Ronaldo zapateó como un pistón, tomó carrera, controló y remató con la derecha al primer palo. La estirada de Víctor Valdés y el salto de Cocu no pudieron interceptar la trayectoria del balón que, mordido como siempre, se ajustó al interior del poste. Ronaldo festejó levantando la perilla luciferina, que también estrenó ayer, mientras en la grada las cámaras de televisión enfocaron a Ronaldinho, de un pálido grisáceo, con la mirada apagada bajo un gorro negro. Se había perdido el clásico que su colega en la selección brasileña estaba aprovechando. Como le había dicho Ronaldo: "Yo disfrutaré por ti". Al marcharse a la ducha Ronaldinho le pidió la camiseta. El público del Camp Nou, desencantado con el 0-2, prefirió cantarle al porvenir: "¡Ronaldinho... Ronaldinho...!". Finalmente, Ronaldo aplaudió el comportamiento del público del Camp Nou".

"Estamos en un periodo muy difícil", explicó el técnico madridista, Carlos Queiroz, para argumentar la sustitución de Ronaldo por Portillo impidiéndole al carioca cumplir su promesa de marcar "uno o dos goles". El entrenador no cambió el discurso que ha mantenido desde que comenzó la temporada: "Hay que dar descanso a los jugadores para evitar las lesiones; tenemos partidos cada tres días y hay que administrar la plantilla con mucho cuidado. Hay que pensar que Ronaldo tiene un partido dentro de 72 horas. Hay que hablar con él de este tema, y explicárselo con tranquilidad".

Ronaldo se retiró del Camp Nou entre algún aplauso de la grada, quizá en agradecimiento de los 46 goles que anotó en al temporada 95-96. El otro triunfador de la noche, Roberto Carlos, festejó el pitido final abalanzándose sobre Beckham y saltando abrazado al inglés. La de ayer fue su primera victoria en Barcelona en Liga. Y además, con gol suyo. Pero la clave de la victoria fue, para Beckham, la presencia de Ronaldo: "Él ha sido lo que ha cambiado entre los clásicos de los últimos 20 años y el de hoy. Su gol hizo la diferencia".

Beckham también se ensalzó a sí mismo: "Ha sido uno de los mejores partidos que he jugado en España. Para mí ha sido un regreso muy dulce después de mi regreso tras la Copa de Europa de 1999. La verdad es que no he sentido una presión muy distinta a la que he sentido en el resto de los campos; además, yo estoy acostumbrado a ambientes así porque con el Manchester los he vivido en Inglaterra, y con la selección también. Sabía lo importante que era para los seguidores del Madrid ganar este partido".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de diciembre de 2003