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ELECCIONES EN RUSIA

El partido de los seguidores de Putin vence en unas elecciones con baja participación

Los comunistas y los liberales prooccidentales son los grandes perdedores de los comicios

Rusia Unida, el partido de los seguidores de Vladímir Putin, encabezaba las elecciones legislativas rusas con un porcentaje del 36,3% ayer, cuando se llevaba contado cerca del 25% de los votos. La gran novedad era el éxito de Ródina (Patria), el partido nacionalista y de izquierda creado por el Kremlin para quitar votos a los comunistas, que, según los datos iniciales, no sólo cumplió su función sino que desbordó las expectativas al lograr un 7,8%, mientras los liberales podrían incluso no estar representados en el Parlamento por primera vez desde la desintegración de la URSS.

En segundo lugar iba el ultranacionalista Partido Liberal Democrático (PLD) de Vladímir Zhirinovski, con 13,7% seguido del Partido Comunista, en tercera posición con 12,92%.

Tradicionalmente, estos datos iniciales, correspondientes sólo a la mitad de la Duma (225 diputados), que se constituye por las listas de partido, sufren después serios correctivos al contabilizarse los votos del resto del país y los de las 225 circunscripciones nominales. Sin embargo, las encuestas a pie de urna basadas en una proyección global a escala de Estado confirmaban el éxito de Rusia Unida, con más del 30% y también el de Ródina, a la que daban incluso más de lo que indicaban los datos oficiales iniciales. En las circunscripciones nominales el voto suele favorecer a los partidos gubernamentales, lo que reforzará el triunfo de Rusia Unida.

Los temores de que los liberales no entraran en la Duma se mantenían anoche, cuando los datos indicaban que tanto Yábloko como la Unión de Fuerzas de Derechas (UFD), se quedaban por debajo del 5%, compitiendo con el Partido Agrario. Anatoli Chubáis, el padre de las privatizaciones y uno de los cabezas de la UFD, dijo que "parece que puede confirmarse el peligro del que fuimos los primeros en advertir". "Ese peligro", sentenció, "se llama nacionalsocialismo y, si esto es verdad en los resultados finales, significa que tendremos que dedicar los próximos cuatro años a luchar contra él".

En cambio, Grigori Yavlinski señaló que los datos iniciales "son normales, habida cuenta de que en el Lejano Oriente ruso no hay ni agua ni electricidad". Ródina robó votos a los comunistas y al ultranacionalista PLD, porque hay un grupo de electores insatisfechos con ambos, señaló.

Retórica nacionalista

Alarmado por la fuerza que cobraba Ródina, el Kremlin había tratado de frenar el avance del partido dirigido por el economista Serguéi Gláziev, concebido como un "títere" y que de repente amenazaba con convertirse en un quebradero de cabeza. Gláziev dijo anoche que utilizaría la fuerza de su partido en la Duma para influir sobre Rusia Unida en pro de una política contra los liberales y el gran capital. Si se confirma que Zhirinovski tiene más votos que los comunistas, éstos habrán dejado de ser la segunda fuerza del país, ensombrecidos por las organizaciones de retórica nacionalista y populista. En las elecciones de ayer tenían derecho a votar más de 110 millones de electores y la participación, según datos no definitivos, rondó en torno al 50% y fue algo inferior a los anteriores comicios en 1999, cuando votó el 61,85% de los electores. Las elecciones, que para ser legítimas debían contar con una asistencia superior al 25% del electorado, abarcaban 11 husos horarios. En Moscú, Yuri Luzhkov, con cerca del 80% de los votos, iba ampliamente en cabeza de las elecciones a alcalde que también se celebraban ayer. Luzhkov es el actual alcalde y uno de los cabezas de lista de Rusia Unida.

En 1999, el partido de Vladímir Putin, que se llamaba Unidad, logró el 23% de los votos, y el partido de sus principales adversarios, Otéchestvo, el 13,3%. Hoy ambas formaciones están fusionadas en Rusia Unida y los datos iniciales confirmaban que Otéchestvo, que en los comicios anteriores estaba contra Putin, se ha convertido en un fiel apoyo del presidente. En 13 regiones, Rusia Unida tenía incluso más del 50% de los votos.

Mientras Gláziev comenzaba a celebrar su triunfo, Guennadi Ziugánov, el líder de los comunistas, denunció fraude generalizado y afirmó que "si esto son elecciones, estamos en una democracia policial". Ante el temor a que se repitieran las falsificaciones de otras veces, los liberales de la UFD y Yábloko, se aliaron por primera vez con los comunistas para controlar las urnas. En total estos tres partidos aportaron cerca de 500.000 observadores de los 800.000 representantes de partidos participantes que vigilaban las urnas. Los observadores internacionales, que eran cerca de 1.200 y procedían de más de 40 países, no estaban en situación de explicar cómo fue posible que el candidato Ajmar Zavgáyev hubiera logrado nada menos que el 100% de los votos en Chechenia, donde competía con otros cinco candidatos.

Hasta en la jornada de ayer los seguidores de Putin gozaron de ventaja, ya que los canales de televisión mostraron cómo votaban el ministro del Interior y el ministro de Situaciones de Emergencia, Serguéi Shoigú, desde primera hora de la mañana. Ambos madrugaron, lo que permitió a las cadenas de televisión estatal pasar repetidamente su imagen. El comité de vigilancia Elecciones 2003 denunció propaganda electoral ilegal en varias de las 11 regiones donde se elegían simultáneamente a los dirigentes locales. Una de las infracciones más frecuentes fue la guerra contra los observadores.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 8 de diciembre de 2003