La ONU levantó de nuevo ayer un muro de protestas contra la valla de seguridad que Israel ha construido en los territorios palestinos. Hace mes y medio aprobó una dura resolución de condena en la que pedía al Gobierno de Ariel Sharon que diera marcha atrás. Días después, Israel hizo públicos sus planes de ampliación para 2005. Ante la afrenta, la Asamblea pidió ayer al Tribunal Internacional de Justicia (TIJ), con sede en La Haya (Holanda), que dictamine si el muro viola la legalidad internacional.
Fue una votación muy dividida: 90 países votaron a favor, 8 en contra (entre ellos Israel, Estados Unidos, Etiopía, Micronesia, las islas Marshall y Australia) y 74, incluidos todos los miembros de la Unión Europea, se abstuvieron. El texto pide al Tribunal Internacional de Justicia que examine "las consecuencias legales de la construcción del muro por Israel en Jerusalén y los territorios palestinos ocupados, considerando las reglas internacionales y la Cuarta Convención de Ginebra de 1949". Su impacto no es muy claro. Al haber sido aprobado por la Asamblea General y no por el Consejo de Seguridad, la resolución no es vinculante y el TIJ no está obligado a dar su opinión sobre el tema.
Durante el debate se intercambiaron una vez más encendidas acusaciones. El embajador israelí, Dan Gillerman habló del "muro Arafat" y justificó su construcción como medida de seguridad contra los atentados terroristas. Calificó a Yasir Arafat, el presidente de la Autoridad Palestina, de "líder corrupto que lleva a su pueblo hacia la destrucción". El representante palestino, Naser al Kidwa, esperaba que el tribunal de La Haya fuera a contribuir "significativamente a la realización de nuestro objetivo común, que es poner fin a acciones que violan la ley internacional".
El representante estadounidense, James Cunningham, criticó la resolución por "ni siquiera mencionar la palabra terrorismo". El muro "debe ser objeto de continua vigilancia por parte de la Asamblea y del Consejo de Seguridad", subrayó el embajador ruso, Serguéi Lavrov.
La UE en su conjunto se abstuvo, al considerar la medida inoportuna. "Nos parece inapropiado que se pida la intervención del Tribunal sin el consentimiento de ambas partes", dijo el embajador británico Emyr Jones, "esto no contribuye al proceso de paz. La cuestión del muro sólo puede discutirse en negociaciones directas entre las dos partes". Al no pronunciarse, los europeos también evitaron mostrar en público sus profundas diferencias en el tema israelí.
En un informe especialmente duro, el secretario general, Kofi Annan, denunció hace dos semanas que el muro aislaba a unos 240.000 palestinos y causaba graves consecuencias económicas, políticas y sociales en los territorios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de diciembre de 2003