La Real Academia de Ingeniería vivió la sesión más solemne de su corta vida con la lectura del discurso de ingreso como miembro de honor de Leopoldo Calvo-Sotelo, en un acto presidido por el Rey el jueves en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. El ex presidente del Gobierno, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, se planteó las razones por las que la sociedad distinguía a la ingeniería en los dos siglos anteriores a este que empieza con un aprecio mayor y recordó un artículo de Ortega y Gasset en El Sol en 1919 que abogaba por que la política dejara de ser "exclusiva faena de abogadetes y decidores", algo que todavía sucede, en opinión de Calvo-Sotelo. La "parsimoniosa pero imparable decadencia" en la consideración social la atribuyó a que ahora la técnica (que no la tecnología, palabra que se resiste a utilizar) se encuentra a la defensiva, por ejemplo, frente al medio ambiente. En la contestación, el ingeniero aeronáutico Andrés Ripoll recordó que si "ingeniero es el que discurre con ingenio las trazas y modos de ejecutar alguna cosa" (definición del Diccionario de la Lengua de hace 200 años) "debe de discurrirlo para mejorar la calidad de vida y para corregir cuando ésta se degrada". Las titulaciones de ingeniería que hoy se conocen, según Ripoll, han quedado obsoletas y han surgido áreas nuevas cuya enseñanza no está regulada, como el medio ambiente, la salud, la seguridad personal y global y la alimentación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de diciembre de 2003