Doce años más tarde, en el puente de la Inmaculada, de nuevo se vuelve a producir una tristísima tragedia mortal múltiple, en otra autopista del País Vasco. El descenso de Altube, en la A-68, convertido en trampa fatal. El hecho de que ocurra precisamente en una vía de peaje hace más exigible por parte de todos los usuarios que se insista en esa asignatura pendiente en general de mejorar la señalización. Porque es un hecho que en ese tramo de descenso se rueda a velocidades escalofriantes. La larga pendiente facilita empalamientos incontrolados, que pueden sorprender a muchos conductores.
Una levísima distracción instantánea (cigarrillo, teléfono, radio, conversación, etc.) puede resultar fatal en determinados momentos. Y Altube encierra siempre un singular peligro potencial, ahora tristemente demostrado. La señalización habrá que reforzarse de forma más visible y reiterativa, para que por definición resulte más eficaz.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 13 de diciembre de 2003