España verá el cielo olímpico de Atenas. Ayer lo tocó ya en la cercana Zagreb, en Croacia, al quedar quinta del Campeonato del Mundo. Dejó fuera nada menos que a Noruega, subcampeona mundial y europea anterior, así como triple medallista olímpica (bronce en Sidney 2000 y plata en Barcelona 92 y Seúl 88).
ESPAÑA 27 - NORUEGA 26
España: Evi López; Mangue (1), Puche (10, 7 de penalti), Fraile (6); Oncina (1), Gómez (5), Esme López (1) -7 inicial-, Sánchez, Pareja, Luján (1), García (2), Cuadrado y Amorós.
Noruega: Tjugum; Larsen (1), Aadmodt, Hinkel (2), Sandve (1), Lunde (9, 2 de penalti), Hilmo (2) -7 inicial-, Leganger, Hamemrseng (2), Nyberg (2), Hynne (4) Soerlie (1), Riegelhuth (1) y Johanssen (1).
Marcador cada cinco minutos: 3-3, 6-6, 7-8, 10-9, 12-12, 14-14 (descanso), 16-16, 18-17, 19-19, 21-22, 23-23 y 27-26.
Las mujeres, que rozaban la élite en los últimos años, ya están en ella, como los hombres. El deporte femenino español dio un nuevo paso de calidad al día siguiente de que Erika Villaécija ganara en Dublín el oro de los 800 metros libres en los Europeos de natación en piscina corta, al que siguió ayer el bronce de Melissa Caballero en los 400. El balonmano logró así su primer pasaporte olímpico en la cancha e imitó al baloncesto, bronce en el Europeo. La aportación femenina a los éxitos aumenta.
España confirmó ante Noruega su gran mejoría, ya evidenciada en el curso del torneo. Tras una derrota inicial ante Francia [que jugará hoy la final contra Hungría, vencedoras ayer de Ucrania y Corea del Sur, respectivamente], sólo perdió el jueves ante las surcoreanas, lo que impidió al equipo de José Francisco Aldeguer luchar por las medallas. Pero fueron derrotas con ex campeonas mundiales y olímpicas cuando por el medio cayeron también otros rivales de talla, como Serbia, Austria y Croacia, y Rusia, el anterior campeón mundial, que quedó eliminado, sólo pudo sacar el empate.
Ayer, otra gran defensa, que resultó un cortocircuito continuo para la mayor corpulencia rival, fue la clave. La presión sobre la primera línea nórdica convirtió el habitual 6-0 defensivo en mucho más que un 5-1. A veces, en dos líneas completas, 3-3. Noruega, muy lenta, no supo explotar apenas los huecos por las alas. Los robos de balón y la efectividad (las paradas de Maruja Sánchez, los siete penaltis de Montse Puche, las pantallas de Cristina Gómez y los lanzamientos de Susana Fraile) fueron más españoles. Y también el desparpajo y la moral sobrada. En un partido igualadísimo, la mayor fe también influyó para ir al Olimpo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de diciembre de 2003