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OPINIÓN DEL LECTOR

Mercado televisivo

Todo y todos tenemos un precio, siempre se ha dicho; pero desde que el hombre es hombre, y hasta ahora, determinados valores como el honor, la palabra o la dignidad raras veces habían sido considerados como mercancías objeto de compraventa, y el alma solo podía ser vendida al diablo en circunstancias muy excepcionales y a altísimos precios. Hoy, todo esto y mucho más tiene cabida en el mercado televisivo de la escoria humana, donde se comercia con intimidades, secretos, vergüenzas y miserias. Lo preocupante es ver el ridículo precio que ha alcanzado la dignidad, y el desplome que ha sufrido el precio de las conciencias. Todo vale a cambio de unas miserables monedas o de unos instantes de fugaz fama. Se dice que la televisión es el reflejo de la sociedad. Quiero creer que esto no es cierto y confiar en que la sociedad no termine convirtiéndose en el reflejo de esta abominable televisión.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de diciembre de 2003