La ley de televisiones de Silvio Berlusconi embarrancó ayer en la Presidencia de la República. El presidente Carlo Azeglio Ciampi se negó a firmar el texto y lo devolvió al Parlamento, con la sugerencia de que se revisara un articulado que, según él, permitía las "posiciones dominantes" en el mercado. Berlusconi, a la vez presidente del Gobierno y magnate televisivo, había puesto mucho empeño en que se promulgara esa legislación. Ayer, sin embargo, restó importancia al "no" de Ciampi y se mostró abierto a modificaciones en el texto.
La decisión presidencial fue aclamada por la oposición de centro-izquierda, que durante meses denunció que el proyecto del Gobierno reducía la libertad de expresión y favorecía los intereses personales de Berlusconi. En las últimas semanas Ciampi había recibido numerosas peticiones para que se negara a firmar. Los Demócratas de Izquierda consideraron "coherente" la postura del presidente; la Margarita indicó que sus posiciones habían sido "vindicadas por la más alta autoridad del país". Frente a la alegría de la oposición, el Polo de la Libertad de Berlusconi intentó mostrarse sereno. Pier Ferdinando Casini, presidente de la Cámara de Diputados, expresó el "máximo respeto" ante el reenvío e inició los trámites para una nueva deliberación.
Fue el propio Berlusconi quien, poco antes de que se anunciara oficialmente la decisión de la Presidencia, resumió la alternativa a la que se enfrentaba: "El Parlamento puede reenviar al presidente la ley sin cambios, o puede, si las propuestas de cambio son sensatas, tenerlas en cuenta; en cualquier caso, el presidente acabará firmando".
Los aspectos rechazados por Ciampi afectaban puntos sensibles del texto aprobado por la coalición conservadora de Berlusconi. Se referían a la creación del Sistema Integral de Telecomunicaciones y del digital terrestre, futuro inmediato de la industria televisiva italiana. En una argumentación de una quincena de folios, el presidente indicaba que la ley podía llevar al establecimiento de "posiciones dominantes" en el mercado publicitario (Berlusconi posee la mayor empresa del sector) y perjudicar a la prensa escrita, restándole anuncios. En conjunto, según Carlo Azeglio Ciampi, el texto no se ajustaba a la jurisprudencia constitucional sobre el respeto y el fomento de la libertad de expresión.
Berlusconi restó importancia al rechazo presidencial y negó que supusiera ninguna crisis. Recordó que Ciampi había devuelto leyes en cinco ocasiones anteriormente, aunque ninguna de ellas tuviera el calado de la ley sobre el mercado televisivo. "He hablado con el presidente de la República, no hay objeciones de calado político, no veo problemas para que la ley acabe firmándose", declaró.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de diciembre de 2003